El gran cambio sentimental en Almería: ni veinteañeros ni recién enamorados
La tasa de matrimonios a los 20 años ha caído más de un 95 % desde 1976
Almería registra la cifra de matrimonios más baja desde la pandemia
Casarse a los 20 en Almería es ya casi una rareza. La tradición de dar el “sí, quiero” en plena juventud ha quedado arrinconada por una realidad social muy distinta: hoy se pasa por el altar por primera vez con más de 35 años. Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística revelan que la edad más común para casarse por primera vez en la provincia es 36 años, con 17,3 matrimonios por cada 1.000 personas en esa franja.
Este retraso histórico del primer matrimonio no es solo una estadística: es el síntoma visible de un cambio profundo en la forma de vivir, de amar y de construir pareja. La estabilidad económica se retrasa, la independencia también, y muchas personas prefieren compartir techo, viajes y vida antes que un anillo. En Almería, como en el resto del país, las bodas han dejado de ser el primer paso de la vida adulta para convertirse en un hito tardío.
El fenómeno no es puntual. Los indicadores del INE muestran que, en 2023, las tasas más altas de primo-nupcialidad se concentran entre los 36 y los 40 años, con cifras que superan ampliamente las de los 20 años. En Almería, casarse por primera vez a los 37, 38 o incluso 39 años es más habitual que hacerlo a los 30.
Especialmente significativo es el caso de las mujeres. La tasa más alta en toda la tabla corresponde a las almerienses de 36 años (18,02 por mil), seguidas de las que tienen 37 (15,30) y 38 (14,34). Las cifras masculinas son algo más bajas, pero también se concentran en la treintena larga.
En los hombres, el patrón se repite: la mayor concentración de primeros matrimonios se da entre los 36 y los 41 años, con tasas destacadas a los 36 (16,68 por mil) y 37 (13,57). El pico más alto para ellos llega a los 39, con 13,11.
Las tasas caen progresivamente tras los 40, pero no desaparecen. A los 45 años, todavía se casan por primera vez más de 6 hombres por cada mil, y a partir de los 60, la cifra remonta ligeramente, hasta 7,1.
En el caso de las mujeres, los primeros matrimonios también se alargan: hay más de 4,8 bodas por mil mujeres a partir de los 60 años, una cifra que desmiente el tópico de que la edad pone límite al compromiso.
Mientras tanto, los matrimonios a los 20 años han desaparecido prácticamente del mapa demográfico. En 1976, las tasas superaban los 40 por mil en mujeres de 18 a 20 años. Hoy, esa cifra ha caído más de un 95 %, hasta situarse en el entorno de 1 o incluso menos en la actualidad.
Casarse era un paso de madurez... antes
El cambio cultural es profundo. Casarse jóven era, hace medio siglo, el paso natural hacia la madurez: vivienda, trabajo, familia. Hoy es al revés: muchos esperan a tenerlo todo para dar el paso, y a veces ese momento llega ya pasados los 40.
Las convivencias sin casarse, las uniones de hecho y las nuevas formas de pareja han alterado radicalmente el calendario afectivo. El matrimonio ya no es la condición para convivir, sino una opción que puede llegar mucho después.
En paralelo, también ha crecido el número de personas que optan por no casarse nunca. La soltería elegida, los segundos amores tardíos o simplemente una nueva visión de la vida en pareja han cambiado el paradigma.
El matrimonio ha dejado de ser el inicio, y se ha convertido en un capítulo intermedio o incluso final. En muchos casos, las bodas son celebraciones más simbólicas que estructurales, con menos peso legal o religioso que en el pasado.
A pesar del descenso en cifras globales, la diversidad ha aumentado. Nunca antes se habían celebrado tantos primeros matrimonios en edades tan dispares: desde los 30 hasta los 70, todos los tramos tienen presencia.
El amor más allá de los 60
De hecho, el tramo de 60 años o más concentra tasas inesperadamente altas, tanto en hombres como en mujeres. Es el caso de los hombres (7,1 por mil) y mujeres (4,89 por mil), que se casan por primera vez incluso al borde de la jubilación.
A los 50, también hay movimiento: 4,10 hombres y 2,84 mujeres por mil habitantes se casan por primera vez a esa edad. Las nuevas oportunidades y relaciones sentimentales dan lugar a bodas maduras que hace décadas eran impensables.
Este fenómeno no es exclusivo de Almería. La tendencia se repite en toda España, especialmente en las provincias del sur y este peninsular, donde el acceso a la vivienda, la precariedad y la movilidad laboral también han contribuido al retraso.
Sin embargo, Almería destaca por ser una de las provincias donde el primer matrimonio se produce a edades más avanzadas. El perfil sociodemográfico de la población local encaja de lleno con las nuevas lógicas de pareja.
En resumen, el matrimonio en Almería ya no responde a los patrones tradicionales. Las bodas han cambiado de rostro, de fecha y de sentido, y su evolución ofrece una radiografía nítida del cambio social que atraviesa la provincia.
Ni el amor ni el compromiso han desaparecido. Simplemente, han decidido llegar más tarde.
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