El día después para los residentes de ‘El Walili’

Inmigración

"El principal problema ahora mismo es el transporte a los invernaderos. No tienen transporte, con lo cual algunos de ellos han perdido su trabajo"

Un trabajador limpia las instalaciones de Los Grillos en las que se ha acogido a los inmigrantes.
Un trabajador limpia las instalaciones de Los Grillos en las que se ha acogido a los inmigrantes. / Carlos Barba/Efe
Miguel Martín/Efe

31 de enero 2023 - 20:25

Almería/En el asentamiento chabolista de ‘El Walili’ en Níjar residían cientos de personas, principalmente inmigrantes que trabajan en explotaciones agrícolas cercanas, que ahora afrontan el día después de su desalojo con esperanza pero con un problema fundamental, la dificultad para llegar a sus puestos de trabajo.

En el Centro de Acogida de Emergencia y Derivación (CAED) de la barriada nijareña de Los Grillos se encuentran parte de los moradores del poblado que fue derribado este lunes por el Ayuntamiento y, aunque proceden de países muy diferentes de África, la historia que los vincula a ‘El Walili’ comienza con una travesía en patera.

Es el caso de Mohammed, un joven al que EFE sorprende hablando por teléfono con su madre en una escalera del CAED. Revela que llegó a este país hace algo más de un año en una de esas embarcaciones y acabó en este asentamiento porque era el sitio más cercano para poder trabajar en un invernadero de tomates.

"Vivía solo en una chabola porque aquí no me alquilaban una casa, una habitación. Es el problema. Vivía allí porque no hay alquiler", relata este joven en un incipiente castellano.

"Aquí (en el CAED) estoy mejor. Hay camas, comida, aquí estoy mejor que en la calle", afirma, aunque insiste: "En 'El Walili' trabajaba mucho, aquí no hay trabajo".

Hamal es otro magrebí que habló con EFE en pleno desalojo del poblado, que convirtió en su hogar hace unos siete años. "Aquí hay gente que vive desde hace 15 o 20 años (…) Están mandado a la gente a una nave (…) No tienen corazón, la gente no ha podido recoger sus cosas", decía este lunes.

Un día más tarde prefiere no hablar a la cámara pero coincide casi punto por punto en lo manifestado por Mohammed. Las instalaciones son mejores y tienen de todo, excepto la posibilidad de poder trasladarse a las fincas en las que habitualmente desempeñaban sus labores.

Tampoco es fácil encontrar a usuarios del CAED. En primer lugar, porque sólo se encuentran ahí unas 60 personas, ya que otros residentes de ‘El Walili’ se han trasladado a otros asentamientos o han sido alojados por amigos y familiares, precisamente para no alejarse de su entorno laboral.

Otros han buscado la forma de acudir a su puesto habitual y lo abandonan a las nueve de la mañana para regresar bien entrada la tarde. Y de los que quedan en el CAED, la mayoría rechaza hablar a los medios: "Me da vergüenza", "no puedo", "no, gracias", son las repuestas que manifiestan con cierto recelo.

Aunque es una imagen difícil de asumir en lugares sin este tipo de núcleos chabolistas, muchos de estos jornaleros son recogidos por vehículos en puntos de encuentro como rotondas o determinadas paradas. Si no están allí, el desvío hasta Los Grillos para poder contar con ellos no es una alternativa viable, según dicen.

Carmen Domínguez, presidenta de Médicos del Mundo en Andalucía.
Carmen Domínguez, presidenta de Médicos del Mundo en Andalucía. / Carlos Barba/Efe

En el CAED son atendidos por organizaciones no gubernamentales como Cruz Roja, Fundación Cepaim, Almería Acoge, las Hermanas Mercedarias o Médicos del mundo. Precisamente, la presidenta de este último colectivo en Andalucía, Carmen Domínguez, se encuentra en el lugar y afirma a EFE que la iniciativa del Ayuntamiento para erradicar este tipo de poblados para trasladar a sus habitantes a "viviendas dignas" ha sido "buena", pero añade que "el problema ha sido la gestión", que debe "pulirse".

"Ha dejado bastante que desear, hay que afinar los detalles porque al final el día a día de las personas no se ha quedado resuelto del todo. El principal problema ahora mismo es el transporte a los invernaderos. No tienen transporte, con lo cual algunos de ellos han perdido su trabajo", afirma Domínguez.

Valora que el desalojo se produjese sin "ninguna incidencia", pero recuerda que “en ‘El Walili’ vivían alrededor de 450 personas "y aquí están unas 60". "Muchas personas han optado por irse a otros lugares, y si tienen amigos, familiares o conocidos, han preferido quedarse con ellos", añade.

Explica que a los que sí han acudido al CAED se les atiende "de la mejor manera posible" en espacios habilitados con literas y baños, y se les ofrece desayuno, almuerzo y cena. "Aquí van a estar del orden de dos meses (…) hasta que se terminen de construir las viviendas (…) que ya serán un alojo definitivo", concluye.

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