Almería

Los faros, atractivos turísticos que pasan desapercibidos

  • La torre de Cabo de Gata sigue en funcionamiento y, al igual que otros faros, está abierta al público

Faro de Cabo de Gata, situado en pleno corazón del parque natural.

Faro de Cabo de Gata, situado en pleno corazón del parque natural. / fotografías: rafael gonzález

Los faros son unas admirables reliquias españolas que, aunque muchos no lo sepan, están abiertos al público. Sólo hay que pedir permiso al puerto de la ciudad donde encuentre y sin problemas lo conceden a cualquier ciudadano. En la provincia de Almería hay un total de nueve situados en Adra, Sabinal,Isla de Alborán, Cabo de Gata (estos 4 poseen usos complementarios como por ejemplo vigilacia de pateras o usos científicos), La Polacra, Mesa de Roldán, Garrucha, Punta de Baños y San Telmo.

El que hay en Cabo de Gata está situado junto al Mirador de las Sirenas, por lo que posee un enclave único. Allá por donde mires, todo es naturaleza en estado puro. Playas cristalinas bordean su costa junto con acantilados de vértigo, haciendo de sus vistas una estampa de película.

Al cruzar la vaya metálica, impresiona la gran altura del edificio, subes la mirada hacia el cielo, como si del sol se tratara, para poder contemplarlo en su totalidad. Una vez llegas a la puerta del habitáculo que posee a sus pies, llama la atención una insignia redonda, parecida a una corona de flores de Navidad, con un ancla y un puente dibujados en su interior. Este emblema pertenece a el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, quienes eran los encargados antiguamente de regentar los faros en España. Esto cambió en 1996, cuando establecieron que son una de las competencias de Puertos del Estado.

La edificación actual que posee el de Cabo de Gata, es más o menos una construcción moderna. Se edificó en 1863 encima de las ruinas del castillo de San Francisco de Paula, el cual formaba parte de la defensa marítima española y fue destruido durante la Guerra de la Independencia.

Una de las joyas que posee en su interior, es su viejo sistema de rotación con más de 200 años de antigüedad. Funciona con un peso muy grande que va cayendo lentamente, posee un mecanismo similar al de un reloj de cuco. Antaño, los fareros no dormían porque cada dos horas tenían que volver a darle a la manivela para que volviese a funcionar. A principios de los años 70 se electrificaron y su marcha ya es automática, aunque cuando se va la luz, siempre recurren al infalible engranaje añejo.

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