Almería

El casco histórico añora el cine de las perras gordas y la antigua 'Casa del Grano'

  • Los vecinos piden al Ayuntamiento la recuperación de estos edificios antes de que se desplomen

  • Solicitan ampliar el Museo de José Ángel Valente

Sin lucimientos arquitectónicos o sin atesorar relevantes retazos de historia, sin estar catalogados, en definitiva, para su debida conservación, hay edificios que poseen un valor sentimental que debería tenerse en cuenta. Uno de ellos es el antiguo Cine Katiuska, la sala de las dos perras gordas, que en pleno casco histórico maravillaba a los vecinos del entorno y de los barrios de Pescadería-La Chanca. Los mismos, y los hijos de los mismos que ahora, 80 años después de que abriera su taquilla, piden al Ayuntamiento de Almería su recuperación, preocupados por un visible deterioro que evidencia un más que probable desplome.

Al final de calle General Luque, se levantó este edificio, que sigue en pie, pero en estado deplorable con puertas y ventanas tapiadas y una fachada más que desvencijada sobre la que llegan a asomar unas chumberas crecidas en la azotea. La única señal de vida de este inmueble, construido junto a la primitiva Puerta del Socorro (de la Sortida), en la muralla árabe que descendía de la Alcazaba por la hoy avenida del Mar.

De titularidad privada, fue primero una barrilería antes que la propiedad se decidiera a colgar el cartel de "Cine Katiuska" sobre esta pequeña edificación, exenta y en rampa ascendente, con otras tres fachadas en la que se abría una puerta de acceso, además de la principal de General Luque en la que también estaba la taquilla.

Aunque hay pocas referencias sobre esta sala, el historiador Antonio Sevillano recuerda también la inauguración del cine, el 4 de mayo de 1936, con la película, sonora y hablada en español, Rayos de Sol. "Lo habitual era la doble sesión de tarde-noche y, muy espaciadamente, una infantil matinal los domingos. Su programación diaria y precios módicos lo hizo prontamente popular en el barrio de Pescadería-plaza de Pavía-La Chanca".

La calidad de los cines, desde luego no se medían como ahora, y por dos perras gordas a pocos le podrían importar el sonido, la imagen o los materiales, "muy modestos y ya usados", de las butacas y del inmueble. "El nombre homenajeaba a la zarzuela Katiuska, la mujer rusa, estrenada por Pablo Sorozábal cinco años atrás", el mismo nombre con el que se conoce coloquialmente a un tipo de botas de agua y a un modelo de aviones de guerra soviéticos. "Bajo control del Frente Popular -prosigue Sevillano-, el Salón estuvo abierto, intermitentemente, hasta diciembre de 1938, alternando el cine sonoro con mítines políticos y funciones teatrales en favor de las Milicias Antifascistas. El mismo año 1936 de su inauguración habilitaron, tras negarle el recinto de la Plaza de Toros, una sucursal de verano en la terraza-cine España-Boxing Club (calle Eguilior, frente al Instituto y Rambla García Lorca)".

El panorama político nacional cambió y con él también hasta los edificios. En 1939 el gobierno del general Franco dictó un decreto prohibiendo los nombres extranjeros (salvo los alemanes) en establecimientos públicos: "Así, el Katiuska pasó a llamarse Salón Nacional y, un ejemplo más, la terraza-cine Versalles, Imperial".

A comienzos de los años cuarenta, su función como sala de cine fue abandonada. Según recoge el historiador, la sociedad López Guillén lo utilizó como almacén de abonos y, más adelante pasó a manos de Talleres Oliveros, quien lo ocupó con hierros y chatarra e incluso permitió su uso esporádico a Talleres Cabezuelo. Su actividad comercial concluyó, de una manera y otra, pero ya de forma definitiva, "en la década de los 60-70 de la pasada centuria", concluye Antonio Sevillano.

No es un edificio de grandes dimensiones, si bien cuenta con una ubicación perfecta y, con esa historia vinculada a las primeras películas visionadas en Almería, lo convierten en un inmueble de interés para la Asociación de Vecinos del Casco Histórico. Sus representantes se han dirigido al equipo de gobierno municipal con el planteamiento de recuperarlo como sala de reuniones del barrio, un equipamiento social que vendría a atender las demandas existentes en esta zona de la ciudad.

La propuesta ha sido formulada mediante un escrito presentado durante el periodo de recogida de ideas abierto por el Ayuntamiento de cara a los presupuestos participativos. El Katiuska no es el único edificio de referencia en esta instancia de iniciativas en las que, evidentemente, no podría faltar la puesta en valor del Hospital Provincial, apelando el colectivo vecinal a una "necesario entendimiento entre las administraciones" por un bien que califican de "impacto" dentro de la pretendida reactivación del casco antiguo.

A medio camino entre la que podría considerarse escasa relevancia reconocida del Katiuska y la importancia del Provincial -el edificio más antiguo que conserva la capital-, se encuentra la que de forma coloquial los vecinos llaman la 'Casa del Grano'. Es el número 6 de la plaza Granero, que luce, al igual que la antigua sala de cines, puertas y ventanas tapiadas. "Interiormente se hunde", alerta la Asociación Casco Histórico, que propone al Ayuntamiento su adquisición y rehabilitación para su posterior uso como dependencias municipales o incluso destinarlo a viviendas para jóvenes con las que inyectar sabia nueva al barrio más envejecido de Almería.

Este inmueble, uno de los antiguos pósitos de la ciudad, sí figura en el Catálogo de Bienes Protegidos. Lo llamaban el edifico del Saquero de la plaza mandada a construir, como recoge el historiador Tapia Garrido en el libro Almería, piedra a piedra, por el Cabildo catedralicio para guardar los cereales que le producían los diezmos y las rentas de sus haciendas. Ya en el 1775 se le llama plaza del Granero. "Es -describe- una sólida construcción de ladrillo sentado que da la espaldas a la calle Eusebio Arrieta", hoy de José Ángel Valente-plaza Campoamor.

En esa misma calle, el colectivo vecinal quiere que el Ayuntamiento ponga también su punto de mira en la Casa del Poeta, invitando al Consistorio a dar otro paso más en la incorporación de atractivos al casco histórico con la ampliación del museo dedicado a la figura de Valente, mediante la adquisición de la vivienda colindante que acabaría por completar la rehabilitación de esta vía, próxima, por otro lado, al Palacio de Marqueses de Cabra. "Podría ser -valoran los vecinos- el momento de incluir la compra de esta vivienda, que se viene planteando desde hace varios años".

Estos tres edificios, junto al Hospital Provincial, figuran en un amplia lista, podría decirse de deseos, con las que conseguir un casco histórico bien conservado, atractivo para los turistas y agradable para vivir. Entre las propuestas, la Asociación hace mucho hincapié en el adecentamiento de solares y su transformación en jardines y aparcamientos -dos de los déficits de este núcleo- o en la creación del parque de la Hoya y la adecuada conservación y puesta en valor del parque Nicolás Salmerón.

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