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El Aquiles de nuestro Rey

HACE unos meses saltaba la noticia de que su majestad, don Juan Carlos, se iba a someter a una intervención de rodilla a causa de los numerosos e intensos episodios de dolor que sufría, relacionados con la artrosis. Más recientemente, pudimos ver al monarca portando una bota de termoplástico, de las que colocamos a los pacientes con lesiones de tobillo o pie. Y hace 7 días fue diagnosticado e intervenido de una rotura del tendón de Aquiles de la pierna contraria a la que se sometió a la intervención de la prótesis de rodilla.

En el siguiente artículo vamos a desvelar las claves de la lesión de don Juan Carlos, así como los diferentes tipos de tratamiento.

Recuerdo anatómico

El Aquiles es el tendón conjunto de los músculos gemelos y sóleo (tríceps sural) y por los que inserta estos en el hueso del talón llamado calcáneo. Eso quiere decir que entre dichos músculos se unen dos articulaciones, la rodilla y el tobillo. No puede haber una contracción de ambos extremos a la vez, o se contrae en el tobillo y hace que el pie se mueva como cuando nos ponemos de puntillas o saltamos, o cuando el tríceps se contrae en la parte posterior de la rodilla, hace que ésta se pueda flexionar. Ambos gestos deben estar sincronizados o, de otra manera, el tendón puede romperse en una contracción brusca.

El tendón se nutre de los vasos que lo riegan a través de una funda que lo envuelve y que se llama paratenon.

El tendón de Aquiles es el más voluminoso y potente del cuerpo humano. Su longitud media es de entre 15-20 cm y un espesor superior a los 5 mm. Al correr, la fuerza de tracción que se ejerce sobre él puede rondar 6-8 veces el peso del cuerpo y al saltar, puede llegar a las 15 veces.

Etiología de la rotura

El tendón de Aquiles se puede romper o lesionar de varias maneras:

-En personas mayores de 40 años, si han realizado deporte de forma importante como correr, caminar, fútbol o tenis. En ellos, el tendón, que, en condiciones normales tiene un aspecto blanquecino y nacarado, se encuentra amarillento y deshilachado. En ellos, un movimimiento brusco, como una carrera para cruzar una calle o una sobrecarga repetida como cuando ese pie carga más peso, como es el caso de don Juan Carlos, que al haberse intervenido de la rodilla contralateral, ha cargado en exceso el peso de su cuerpo sobre dicho tendón, sobrecargándolo hasta que se ha roto. Presumiblemente habrá sufrido episodios previos de tendinitis.

-En personas jóvenes, pueden romperse debido a un traumatismo brusco, a un apoyo excesivo o por una contusión directa sobre el tendón. El tendón realiza una contracción demasiado intensa y brusca que no espera o reacciona tarde, provocando la rotura.

Síntomas y signos

En el momento de la rotura se produce un chasquido audible, con dolor no muy intenso que permite al deportista girarse para averiguar la causa de su traumatismo, e impotencia funcional, tampoco excesiva porque se puede mantener la marcha, con cierta cojera. Se llama el signo de la pedrada porque la sensación es como si nos hubieran tirado una piedra en el pie. Pero cuando el deportista se vuelve en busca del culpable, no hay nadie.

Si la rotura es crónica, es decir, que se van rompiendo haces del tendón poco a poco, se manifiesta con dolor en la pantorrilla y en la inserción del tendón de Aquiles en el calcáneo. El paciente nota dolor y rigidez al levantarse por la mañana, de una silla o al caminar durante mucho rato o al descender una cuesta. A veces la inflamación puede llegar a interferir con el sueño y despertar al paciente.

Tratamiento

Va a depender de muchos factores como la edad del paciente, actividad profesional, expectativas y riesgos y factores personales de cada uno.

En el caso de D. Juan Carlos, inicialmente se ha instaurado un tratamiento conservador, colocando una bota para que el tendón quede inmovilizado, usando muletas y con tratamiento antiinflamatorio. Además, se puede infiltrar el tendón con plasma rico en factores de crecimiento. Ya hemos comentado esta terapia con anterioridad para el tratamiento de lesiones crónicas a nivel muscular y tendinosas. Lo que se busca es favorecer una recuperación natural y una cicatrización de esos tejidos, dañados de mucho tiempo de evolución. Se usa la propia sangre del paciente, que es procesada e infiltrada en el sitio de la lesión.

En personas de edad, con poca demanda funcional, se recomienda el tratamiento conservador. El tendón puede cicatrizar, aunque dicha cicatriz es muy débil y se puede romper con otro traumatismo no muy importante. En dos o tres meses, el paciente puede comenzar un apoyo con seguridad.

En el paciente joven y, desde luego, en el paciente deportista, se recomienda el tratamiento quirúrgico. Hay muchas y variadas técnicas para la reparación de dicho tendón. Lo normal es que los cabos de la rotura se encuentren en mal estado, por ello, se suele utilizar un refuerzo a la hora de suturarlo, bien con otros músculos que se encuentran en la vecindad, como el plantar delgado, o bien del propio tendón de Aquiles, reforzando la sutura para que ésta sea más resistente. Hoy día, además se hace con miniincisiones, en lugar de una incisión larga en la pantorrilla, se usan incisiones pequeñas de alrededor de 1 cm. Para garantizar que la sutura es resistente y que la inflamación y el dolor postoperatorio es menor, se infiltra con plasma rico en factores de crecimiento.

Posteriormente, colocamos un vendaje y se evita el apoyo alrededor de 4 semanas y luego comenzamos a caminar con muletas y la bota de plástico, evitando el movimiento de puntillas-talones que realizamos al caminar.

Como riesgos debidos a la intervención, se encuentra la inflamación y sufrimiento de la piel, que en la región del talón y de la parte posterior del tobillo es muy delicada, provocando necrosis o cicatrizaciones tórpidas que pueden alargar, de forma considerable, el postoperatorio y, en algunos casos, precisar el uso de colgajos o injertos de piel.

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