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A paladas y patadas

  • Cal remonta hasta el segundo puesto y ya es el español con más medallas olímpicas (5) · El taekwondo cierra la feliz jornada con un oro y una plata.

El tesón y la bravura de David Cal en sus últimos 250 metros hacia su quinta medalla olímpica, después de cruzar sexto los tres cuartos de carrera, simboliza la línea ascendente que describen los deportistas españoles en estos Juegos. De menos a más. De la depresión a la esperanza. Del descreimiento a la autoestima. Al orgullo. Porque fue también el orgullo de campeón lo que rescató a la selección de Scariolo de las arenas movedizas en que se vio sumergida ante el viscoso equipo francés. Los subcampeones de Pekín están hoy más para la prosa que para la poesía, pero a veces no está de más el estilo más soez, e incluso un buen insulto, para sofocar las ínfulas de ese vecino de más allá de los Pirineos que tanta ojeriza ha cogido a todo lo que huela a español.

España no se arrugó, aceptó esa propuesta desabrida y hosca, y su actitud desafiante derivó en una gran defensa que forzó a Francia a anotar sólo seis puntitos en el último cuarto. Bien está lo que bien acaba, y la tropa de Gasol se volverá a cruzar con los rusos mañana en el pulso que les marca la frontera del éxito: jugar o no jugar la final de finales en el baloncesto, previsiblemente ante Estados Unidos. La autoestima volverá a resultar clave en esa semifinal. Si avanza en su mejoría, la escuadra que compitió contra EEUU en aquella inolvidable final de Pekín litigará en buena lid con un rival, Rusia, a la que ahora mismo le sobra precisamente eso, autoestima.

Desde luego, si los Gasol, Navarro o Rudy dan mañana otro giro de tuerca en su actitud y repiten la determinación que mostraron los taekwondistas Joel González (-58 kilos) y Brigitte Yagüe (-48 kilos), en baloncesto caerá otra de esas medallas con un peso específico especial, como las dos platas de Mireia o el oro de Marina.

Joel González empezó un tanto frío en su primer combate ante el sueco Uno Sanli, pero se fue soltando y pasó eliminatorias y cumplió los pronósticos al plantarse en la final. Que para eso es campeón del mundo y europeo. En su combate por el oro, el gerundense siempre llevó el control ante el coreano (17-8).

Por su parte, Brigitte Yagüe se forjó su metal en una vibrante semifinal ante la tailandesa Chanatip Shonkam. Ahí, en la frontera entre el fracaso y el éxito, llegó apurada al tercer asalto pero debió acordarse de su fugaz experiencia en Atenas y de su amarga ausencia de Pekín por su lesión en una mano. A sus 31 años, la balear sabía que era su última oportunidad de hacer historia de la buena en unos Juegos. Y soltó una demoledora patada a la cabeza de la tailandesa que le abrió las puertas de la final. Se quitó el caso y se derrumbó de emoción. En la final, nada pudo hacer ante la china, la mejor del mundo (8-1).  

Tres medallas más a la buchaca. El orgullo hispano se revitaliza con el paso de los días. Como ocurrió hace cuatro años en Pekín, la turbina de las ilusiones se acelera conforme avanzan los Juegos. A estas alturas, en los Juegos chinos contábamos con tres oros, cinco platas y dos bronces. Diez medallas. Hoy, el medallero de Londres otorga a España nueve medallas (2 oros, 6 platas y 1 bronce) pero en realidad son diez si se cuenta la que se colgarán hoy mismo las chicas de waterpolo. Todo se normaliza. Las aguas van a su cauce.

Y qué sería del deporte español sin esas aguas... Sea en Londres, en Weymouth o, como ayer, en Eton Dorney, el líquido elemento es el gran aliado para que el presidente del COE, Alejandro Blanco, aún se deje ver por la Casa de España sin atisbo de rubor. Antes de que se alzara el telón, una de las numerosas medallas que contabilizaba el máximo responsable del olimpismo hispano -junto con las de taekwondo-  era la de Cal.

Y el palista de Cangas de Morrazo no defraudó. Salía por la calle 7, la que mejor resguardaba de las posibles rachas de viento. Pero no salió bien. Él mismo confesó tras la final que su estrategia era reservar fuerzas para acelerar al final, pero que no contaba con descolgarse tanto de la cabeza. Pero su experiencia y su capacidad de sufrimiento le dio para subir un peldaño más en la historia del deporte patrio. Ya es el español con más medallas olímpicas: un oro y cuatro platas. Atrás quedan Arantxa Sánchez y Joan Llaneras con cuatro. A sus casi 30 años, no se puede descartar para la cita en Río: no sería el primero que con una edad cercana a los 34 agarra un oro.

A los Juegos de 2016 sí que va a llegar fino el kayakista Paco Cubelos, quien a sus 19 años se metió en toda una final A y acabó séptimo. Apunta a sólido aspirante a podio del K-1 1.000 metros si confirma su progresión de aquí a cuatro años. El piragüismo es de esos deportes que siempre guarda bazas, que por algo España cuanta con varios de los mejores centros de competición de Europa.

Más éxitos con damnificados franceses... en el agua. Casi siempre en el agua. Y protagonizado por mujeres. Cada día ha llegado una buena nueva de algún deporte acuático. Y mientras Marina Alabáu ya disfruta de los Juegos de Londres como una joven más, en plena etapa de descompresión y comiendo cuantos helados le apetezca, el trío de Match Race-Elliott 6 se deshizo de la embarcación gala por la vía rápida. Un concluyente 3-0 y viento en popa hacia las medallas. La patrona Támara Echegoyen y las tripulantes Sofía Toro y Ángela Pumariega tienen ahora sus miras puestas en la serie de mañana ante las rusas, verdugas de Gran Bretaña en una serie mucho más apretada (3-2).

No todo es bueno para España en agua o en equipo. Sobre todo si los competidores son del género masculino. En sendos cruces de cuartos de final, no partían como favoritos ni el equipo de waterpolo ante Montenegro ni el de balonmano ante la supercampeona Francia. En la piscina, los pupilos de Rafael Aguilar siempre fueron a remolque y sucumbieron 9-11. Les faltó un punto para meterse en la pugna definitiva por los metales y cortar una sequía que se prolonga desde Atlanta 96.

Pero el mayor acto de crueldad llegó en el balonmano. Cómo sería el disgusto que fue el mayor en la carrera de Valero Rivera, prolífica como pocas. Sterbik no pudo hacer más. Sostuvo a España, que empezó dominando 6-1 a los 15 minutos,  hasta que los gladiadores Dinart, Gille y compañía lograron mantener la portería de Omeyer imbatida durante 12 minutos. Entonces, los españoles se convencieron de que Les bleus eran mejores.

La jornada no fue la mejor en el Estadio Olímpico. Hubo atletismo del mejor, claro que sí, pero la colosal figura de Bolt lo tapa todo. Y el fenómeno jamaicano no compite hasta hoy. Ayer salió y corrió su semifinal del 200, pero lo que es esforzarse... Le faltó enviar un tuit a la salida de la curva. Hoy, a  las 21 horas, 55 minutos y 19 segundos y pico, Bolt puede convertirse en el primer hombre que es campeón olímpico del 100 y el 200 en dos Juegos seguidos. Su compatriota y colega Yohan Blake, que ya lo derrotó en los trials de su país, corrió ayer igual de sobrado.

El doble hectómetro femenino fue para la estadounidense de origen cubano Allyson Félix (21,88), que privó a la jamaicana Veronica Campbell-Brown, al final cuarta, de ser la primera en colgarse el oro de la prueba en tres Juegos.

Prometía más de lo que dio la final del 110 metros vallas. El estadounidense Aries Merritt amenazaba el récord mundial y el trono del cubano Dayron Robles. Logró lo segundo, pero promete que logrará también lo primero. Natalya Antyukh devolvió a Rusia, 32 años después, el oro de 400 metros vallas. En la representación española, lo mejor fue la clasificación de Igor Bychkov para la final de pértiga (5,50). Eso, y la digna despedida de Nuria Fernández del 1.500. La madrileña siempre tiene una sonrisa. Como hoy los españoles.

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