Ángela Banzas, finalista del Premio Planeta: "Me apena cuando en las críticas se utiliza un lenguaje de ensañamiento"
Cuando el viento hable ha sido la obra finalista de la última edición del Premio Planeta. Su autora, Ángela Banzas (Santiago de Compostela, 1982), viaja hacia el Hospital Real de Santiago -hoy reconvertido en Parador- durante la época de posguerra para contar la historia de Sofía y Julia. Dos niñas que se hacen amigas y que atraviesan una dura realidad marcada por los secretos familiares, las intrigas, los abusos de poder y las preguntas que no encuentran respuestas.
Pregunta.El arranque de la novela parte de una experiencia personal, un ingreso hospitalario por peritonitis. ¿Cuánto le marcó para llevarla a una novela?
Respuesta.Me marcó el aprendizaje que se deriva de la experiencia. El entender la vida dándole el valor que le corresponde es algo que ha impregnado mi mirada. No me preocupo por nada que no merezca la pena, es una filosofía que me ha proporcionado el hospital. Allí había niños que solamente conocían la vida hospitalaria. Me lo llevé a la ficción porque quería trasladar al lector ese viaje que tiene Sofía, la protagonista, y convertir una experiencia dolorosa en algo luminoso. También establezco una lectura de la cicatriz que lleva Sofía y cómo supera sus heridas. Lo he trasladado a la posguerra, porque es una época que también tiene heridas que necesitan estar bien limpias y desinfectadas.
P.¿Debemos hacer más ejercicios de memoria colectiva?
R.Nuestra posguerra es un pasado muy reciente que se ha estudiado poco. Considero que es muy importante recordar sin caer en la reinterpretación y sin ánimo de revanchismos ni trincheras. Para que nadie pueda apropiarse de esa parte de nuestra historia y utilizarla para abrir heridas de nuevo.
P.¿Hemos curado mal las heridas?
R.Si las heridas cicatrizan mal nos pueden llevar al enfrentamiento. Por eso, lo que sucede dentro de los hospitales es que nos encontramos en la mirada del otro. Solamente se habla una lengua para el dolor, para el miedo, para la desesperación... Y por eso allí nace la esperanza.
P.La novela está marcada, de hecho, por un halo de esperanza y de luz.
R.Sí que hay un halo luminoso. Una pequeña llamita de esperanza que parece que tiembla. A Sofía se lo da, por ejemplo, la imaginación. Su padre es bibliotecario y quiere una hija fuerte. Le da un poder increíble a través de obras como las Meditaciones de Marco Aurelio y Alicia en el país de las maravillas. Esto es una declaración de intenciones. A él no le importa cómo será su niña por fuera, sino la herramienta que tendrá siempre dentro. Después, se la entregará a otra niña en el hospital, Julia, para que pueda vivir un mundo de color dentro de su cabeza. A cambio, Julia le dará a Sofía una oleada de optimismo.
P.En su novela hay muchos silencios. Más difíciles de medir que las conversaciones.
R.De alguna forma siempre he estado documentándome sobre esta época que es la de mis abuelos y me he fijado, con la curiosidad de quien hace muchas preguntas, en esos silencios incómodos de quien se retuerce las manos, de quien huye con la mirada y trata de refugiarla en una esquina de la habitación. Todo eso es un silencio muy pesado que guarda mucho.
P. Era un silencio casi obligatorio.
R. Tanto dentro de las casas como fuera. Sofía crece haciendo preguntas que nadie le contesta.
“Nuestra democracia tiene muy poquito tiempo en términos históricos y es muy fácil que se rompa”
P.Usted ha dicho en alguna ocasión que su personalidad guarda muchos parecidos con la protagonista. ¿En qué sentido?
R. Tiene esperanza y confía en el sentido de la vida que, básicamente, es el amor. No solo el romántico, también el que siente por sus abuelos. Todas esas cualidades se parecen a mi forma de sentir y de añorar. Por eso, la novela es un homenaje a toda esa generación que crecieron en silencio y nos dieron la oportunidad de hablar... nos dieron voz.
P.Este libro llega en una época un preocupante porcentaje de jóvenes alaba la figura de Franco. ¿Qué opinión le merece la cuestión?
R.No me sorprende porque el péndulo de la historia oscila siempre entre la luz y la oscuridad. Desgraciadamente, vivimos en un tiempo bastante oscuro. El conocimiento está para despejar todas esas sombras que a veces distorsionan lo que está debajo. Nuestra democracia tiene muy poquito tiempo. Algo más de 40 años es ayer en términos históricos. Está en pañales todavía y es muy fácil que se rompa.
P.¿Cómo ha llevado las críticas que ha recibido esta edición del Premio Planeta?
R.Se puede criticar la obra, por supuesto y aprendo de las que son constructivas. Pero me apena cuando se utiliza un lenguaje de burla, de mofa, de señalamiento y de ensañamiento. Sin embargo, te puedo garantizar que me preocupa más la que venga el año que viene, porque cada uno carga su propia mochila y no sabes cómo lo puede encajar otra persona. Sé cómo lo hago yo. A lo mejor estoy un día cabizbaja y al siguiente se me ha pasado. Tenemos que ser responsables de las palabras que dirigimos a otros.
También te puede interesar