Esta situación no es desconocida, especialmente en la comarca del Levante almeriense. Se trata de las macrogranjas porcinas, que provocan el malestar de los vecinos donde están instaladas por sus consecuencias medioambientales y de habitabilidad, perjudicando seriamente el potencial turístico de estas zonas. Y es que consideran que hay miles de maneras para criar animales y para sacar provecho de los recursos naturales, sin tener que destruir ni el medio ni perjudicar a los demás.

Ahora son los vecinos de Taberno los que se manifiestan frontalmente contra la futura macrogranja proyectada en su municipio y a la que le dieron la licencia definitiva para su construcción el pasado mes de mayo.

Esta macrogranja ocupará un total de ocho parcelas, que entre todas ellas suman casi una hectárea en suelo no urbanizable, sin embargo, los vecinos apuntan a que no se cumple con la distancia hasta el núcleo urbano de un Taberno que apenas supera los 1.000 habitantes y cuya nueva empresa tiene previsto mantener del orden de 6.000 cabezas porcinas desde 20 a 100 kilos en este espacio.

Los vecinos del municipio, de una edad media avanzada, se han aglutinado en una plataforma para intentar frenar esta construcción. Entienden que, a pesar de la despoblación que sufren, “el medio rural de Taberno tiene un fuerte potencial turístico. Prueba de ello son los proyectos que se han venido desarrollando en los últimos años ligados al medio rural y natural, prácticamente virgen en todo su territorio”, apuntan en un comunicado.

Para ellos, este tipo de proyectos y actividades “de especulación ponen en peligro el futuro de todos a costa del desleal enriquecimiento económico de unos pocos. Solo aunando fuerzas podemos proteger y dar el valor que merecen al medio ambiente”.