La costumbre del lobo

Desde hace dos mil años | Crítica

Impedimenta rescata ‘Desde hace dos mil años’, el clarificador testimonio literario y político del escritor rumano Mihail Sebastian alumbrado en 1934, junto a su opúsculo ‘Cómo me convertí en húligan’

Todos los rostros de Agustín de Hipona

El escritor rumano Mihail Sebastian (Braila, 1907 - Bucarest, 1945).
Pablo Bujalance

07 de diciembre 2025 - 06:59

La Ficha

Desde hace dos mil años, seguido del prólogo original de Nicolae Ionescu y de Cómo me convertí en húligan. Mihail Sebastian. Traducción de Marian Ochoa de Eribe. Impedimenta. Madrid, 2025. 400 páginas. 22,95 euros.

Hay una tentación recurrente en la búsqueda de episodios y referentes históricos que anticipen de alguna forma los conflictos sociales y políticos más agudos del presente. Es posible, en este sentido, que la identificación en décadas anteriores de tensiones similares a las que soportamos hoy prodigue cierto consuelo: también en este sentido podemos decir aquello de que todo está inventado, de que ya estuvimos aquí antes, así que, en el fondo, no hay mucho de qué preocuparse. Otra cosa es que, si prestamos atención a las identidades nacionales, religiosas y étnicas, así como al modo en que las mismas tienden a afirmarse a través de la exclusión y la persecución de las identidades ajenas, podamos establecer una cierta genealogía, un rumor de fondo en el devenir histórico marcado por el odio al extraño. Por esto, la nueva edición de Desde hace dos mil años de Mihail Sebastian resulta más que oportuna, por más que a veces su lectura resulte incómoda, desasosegante, por todo lo que efectivamente las páginas de este libro publicado originalmente en 1934 anticipan y denuncian respecto a nuestro mundo, el del siglo XXI. No se trata de establecer correlatos fáciles, ojo, ni de dar por buenas sin más ciertas consecuencias a similares causas, pero sí de comprender hasta qué punto los mecanismos de la exclusión y la deshumanización devienen en costumbre. En cualquier caso, la editorial Impedimenta vuelve a servir a los lectores la obra de Sebastian de la mejor manera posible: con el infame prólogo (por primera vez en lengua española) de Nicolae Ionescu y el opúsculo que el propio Sebastian publicó en 1935 como respuesta al mismo, Cómo me convertí en húligan. La traducción del rumano, nueva en todos los textos, corresponde a Marian Ochoa de Eribe, flamante Premio Nacional de Traducción en este año por su tremenda versión de Theodoros de Mircea Cărtărescu.

Desde hace dos mil años es uno de esos libros cuya realización reviste tanto o más interés que la historia que narra, de ahí la trascendencia de los textos añadidos en la nueva edición de Impedimenta. En 1934, el escritor, periodista y dramaturgo rumano Mihail Sebastian (seudónimo de Iosif Hechter), nacido en 1907, era un verdadero dinamizador cultural del Bucarest de su tiempo en todas sus facetas. En 1933 publicó su primera novela, Mujeres, que también incluyó Impedimenta en su catálogo hace unos años. En 1934 publicó la segunda, Desde hace dos mil años, cuyo protagonista, un estudiante de origen de judío, intenta buscar su sitio en medio de una elevada tensión política y social, “en plena efervescencia de las ideologías de extrema izquierda y extrema derecha, liberales y antiliberales, burguesas y antiburguesas”, tal y como apunta en el prólogo Ochoa de Eribe. Su principal obstáculo es un rechazo general, acérrimo y creciente, a su identidad: “Me han pegado. Eso es todo lo que queda. […] Hasta que no he visto la mano levantada, no pensaba que fuera a pegarme. Era un extraño: quizá me veía por primera vez. Me han pegado y el mundo no se detiene por algo así”. Este héroe anónimo, una suerte de Gregorio Samsa que no necesita convertirse en insecto, entraña un trasunto fiel del propio Sebastian, quien compartió con Mircea Eliade, Eugène Ionesco y Emil Cioran la mayor consideración cultural de la Rumanía de la época y que, sin embargo, fue desplazado a la periferia únicamente por su origen judío.

La pregunta acerca de por qué ciertas personas secundan lo que secundan sigue en el aire

Para la primera edición de Desde hace dos mil años, Mihail Sebastian (quien nunca expresó afinidades sionistas ni particularmente ideológicas) pidió un prólogo a su profesor, Nicolae Nae Ionescu, un intelectual de adscripción antisemita al que, sin embargo, Sebastian admiraba por su lucidez y valentía. Ionescu (caracterizado a su vez en la novela como el profesor Ghita Blidaru), que terminó abrazando el fascismo al igual que Eliade y Cioran, entregó su prólogo al autor, quien encontró en el mismo una defensa abierta del antisemitismo y una consideración del sufrimiento de los judíos (y particularmente de Iosif Hechter, al que se dirige como tal) como inevitable (“Judá sufre porque es Judá”). Para sorpresa de su entorno, Mihail Sebastian incluyó el prólogo en su novela y respondió a su vez en 1935 con la publicación de Cómo me convertí en húligan: “Contra ese prólogo me quedaba una sola venganza, que era, al mismo tiempo, una obligación: publicarlo. Lo he publicado”.

El protagonista de la novela es un joven como muchos otros, que cuenta sus desventuras eróticas con relativa franqueza y que aspira a resonar en el ecosistema cultural de su época justo cuando empieza a sospechar que su origen judío le cerrará todas las puertas. El personaje se muestra fascinado por las contradicciones que atesora su mentor: “Este hombre, que ha pasado por bibliotecas, por universidades, por metrópolis, se empeña en seguir pensando como un labrador. […] Vive, pues, en un marco que su pensamiento rechaza, vive con valores de los cuales reniega, se alegra de las victorias que impugna”. Habría que esperar a Hannah Arendt, varios millones de muertos más tarde, para que esta paradoja quedara alumbrada, pero la pregunta acerca de por qué ciertas personas secundan lo que secundan sigue en el aire. La infamia, ya se sabe, nunca cambia de bando.

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