Soy alcalde desde el año 2007 y en este tiempo he visto muchos presidentes del gobierno, muchas formas de gobernar. He padecido muchos cambios en cosas tan importantes como desconocidas para la mayor parte de los ciudadanos como las reducciones en el PIE, que no es otra cosa que la Participación de los Municipios en los Ingresos del Estado, o lo que es igual, el dinero que entra en la caja de cada ayuntamiento como aportación directa del gobierno de turno, y les aseguro que la sensibilidad sobre quién debe recibir más o menos, de quién debe recibir para progresar o menos para ser siervo, rehén o mero pasajero del tren del progreso, tiene mucho que ver con quién gobierna España. Y aunque parezca una locura, el principal ejemplo equiparable es el sueldo mínimo interprofesional, ese mínimo que entendemos como base incuestionable de los ingresos básicos de una persona que con Feijóo, al mando del PP, volverá a bajar con su claro anuncio de derogar lo que él llama el sanchismo, y que no es otra cosa, que el conjunto de medidas progresistas acordadas por los partidos de izquierdas en el arco parlamentario. En definitiva, unos gobernamos para que el mayor número posible de personas eleven sus ingresos, su riqueza y que con ello contribuyan al bienestar general, mientras que otros, PP y Vox, lo hacen para que un grupo reducido de ricos crezcan, generen riqueza a su manera, y que con ello aporten para mantener ese sistema en el modo que les hace ricos. Unos quieren que crezca el sistema para todos, y otros trabajan para someterlo bajo el pie de una élite.

Salario mínimo, pensiones, ingreso mínimo vital, vivienda, empleo y un largo etcétera son parte de esos modelos que te tienen que hacer pensar si te conviene una u otra forma de gobernar. Y hay mucho más. Soy alcalde de Lubrín, en pleno corazón de la Sierra de Los Filabres ¿Pueden hacerse una idea de lo difícil que es fijar población en territorios como éste? No hablo de venir y pasar un maravilloso fin de semana, que es una experiencia inolvidable, sino de trabajar aquí, vivir aquí, mantener con vida un entorno del que depende muchísima gente aunque esa misma gente no lo sepa. En estos años con la creación del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico se nos ha dado mucho más que una oportunidad. Se nos ha dado una nueva esperanza de vida, una forma de vida en la que el viento y el sol, la generación de energías limpias para dejar de ser rehenes de grandes corporaciones energéticas, nos han hecho sentirnos realmente importantes y hoy, estos territorios, somos la materia prima, el suelo que todos los demás necesitan para generar esa electricidad que consumen y no puede seguir dependiendo de modelos que importamos. Nosotros somos hoy la clave de la autosuficiencia de España, algo que no interesa a las grandes corporaciones y, por supuesto, que tampoco a Feijóo y su PP. Total, otros de esos cinco o seis ministerios que también derogará.

Otra prueba de modelos de gobierno fue el Plan E de Rodríguez Zapatero, que movilizó miles de millones de dinero público con una iniciativa inversora espectacular para los pequeños municipios, generando empleo, y la contra respuesta de Rajoy no fue otra que una reforma sobre las competencias locales para dejarnos aislados, a merced del capricho de su hacienda, la de Montoro, y la de su gobierno.

En España, desde 1984, cada vez que gobiernan los Feijóos de turno, aumenta la riqueza de esa élite de 50.000 personas que se reparten más del 25% de la riqueza del país. Sólo tienen que buscar en internet las series históricas de reparto de la riqueza en España, personas a las que les interesan las crisis porque de ellas, incomprensiblemente obtienen aún más beneficio. Y no hablo del autónomo, de la pequeña empresa o de esos que creen que los de Feijóo los consideran de los suyos, cuando no son más que peones de su tablero, sino de los que realmente mueven las piezas del tablero, de esos a los que, por primera vez en España, ese sanchismo que el amigo del narco gallego quiere derogar les hace pagar impuestos de verdad.

Y por todo ello, y por mucho más, yo lo tengo muy claro, en Lubrín #Nopasarán

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