A Rubi no le queda otra que adaptarse a la nueva realidad. Reinventarse. Dos partidos sin Sadiq y el equipo parece otro, hasta el punto que han sido 180 minutos sin ver portería y eso empieza a ser más que preocupante. No solo que apenas chutes a puerta, ya que en los dos últimos encuentros con los dedos de una mano se pueden contar los remates, poniendo los delanteros que ponga Rubi, pero ese balance es más que preocupante para un equipo de Primera. Si no tienes gol estás perdido. No vale que si posesión, que si sensaciones, que si esto o lo otro. Solo valen los goles y si tienes problemas para hacerlos, malo. Todos coincidimos en que la marcha de Sadiq ha sido un serio contratiempo. Solo el tiempo dará o quitará la razón al entrenador catalán cuando hace unas semanas dejó claro que era una decisión arriesgada, aún sabiendo que el club haría un esfuerzo por tratar de cubrir el hueco dejado por el nigeriano. Sadiq ha dejado dinero en la cuenta bancaria del club, pero el Almería ha perdido muchos goles. En las dos últimas temporadas superando la nada despreciable cifra de 40, que se dice pronto, y lo que suponía Sadiq en el campo para su equipo y los rivales. El equipo no sabe jugar sin él, al menos es la sensación que ha dado en los últimos encuentros y por mucha confianza que haya depositado Rubi en Sousa, no es comparable y ya se "escuchó" el lunes en el Estadio. Rubi pide paciencia, tiempo, pero este fútbol solo vive de resultados y si no que le pregunten a los José Gómes, José María... Si no hay resultados positivos la paciencia tiene un límite y hasta se puede agotar. De ahí que ahora a Rubi y a su equipo de colaboradores no le queda otra que reinventarse, con la Liga en juego, y "probar" hasta dar con la fórmula mágica, porque como dijo el otro día, no tiene una barita mágica, y Rubi está tan nervioso como inquietos los aficionados, y se le nota.

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