Metafóricamente hablando

Ausencia

En un grupo de amigos alguien recordó a un profesor del que ella no pudo recuperar ni tan siquiera la huella de su existencia

Se despertó sobresaltada, aunque no acertaba a recordar qué era lo que le hizo perder el sueño. Se hizo un ovillo, y trató en vano de recuperarlo, pero su esfuerzo fue inútil y sus ojos se negaban a cerrarse. Era de madrugada y por la ventana del dormitorio entraba una brisa fresca que le erizó el vello. Se notaba que el verano daba sus últimos coletazos. Dando por perdida la batalla, optó por levantarse, coger un libro y dirigirse a su rincón favorito a leer. La oscuridad que reinaba a su alrededor, y el mal pálpito que la había despertado le hizo sentirse triste, y no sabía por qué. La noche anterior, antes de irse a dormir había constatado la fragilidad de su memoria, y la había consternado. En un grupo de amigos alguien recordó a un profesor del que ella no pudo recuperar ni tan siquiera la huella de su existencia. Le dieron datos: asignatura, curso, estatura…., y nada, ni rastro de él en su retina, hasta que alguien envió una fotografía. Era una foto antigua, en blanco y negro, algo desenfocada, y sin embargo ahí estaba él, tal y como lo conoció, a pesar de que no lo hubiese podido recordar un minuto antes. Esa facilidad con que la mente se deshacía de los recuerdos movió sus cimientos, cuantas vivencias, cuantas personas conocidas, cuantas emociones se habrían perdido en el agujero negro del tiempo y de su memoria? Sin embargo fue ver la fotografía del profesor perdido, y afloraron de inmediato cientos de imágenes, que seguramente fueron la causa de su insomnio. Puso música, con la intención de leer un poco y recuperar el sueño perdido momentos antes, aún era noche cerrada. La voz melodiosa de Cesárea Évora la volvió a sobresaltar, cantaba una de sus canciones favoritas: "Ausencia". De repente se sintió rodeada de tantas personas queridas, que había ido dejando por el camino, que la estancia se llenó de "ausencias" tan reales como si estuviesen allí con ella. Pensó que la vida era una continua ausencia, un rosario de personas que vas conociendo y ausentándose, como una noria que rueda de forma interminable, pero nadie se va definitivamente hasta que la mente las borra de su memoria. Recordó lo que leyó alguna vez: "una persona sigue viva mientras la recuerden quienes la conocieron", y eso fue un latigazo para ella esa madrugada. Buscó en el cajón donde guardaba sus fotos, aquellas que se imprimían en papel, unas en blanco y negro, y otras en color, pero todas guardaban las huellas y el calor de las manos que las habían tocado alguna vez. Poco a poco fueron desfilando por sus ojos personas y momentos sepultados por los años, y fue sintiendo las risas de cascabel de sus niños, la emoción de aquel viaje o cumpleaños que quedó inmortalizado para siempre, y se sintió acompañada por ellos. Cesárea acababa su melodía: ausenciaaaaa…, y ella se quedó dormida sobre el sillón, arrullada por la música y con una enorme sonrisa en su rostro.

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