Canción del verano (ii)

'Los Pajaritos' sobrevoló los cielos de aquel verano. Con un acordeón que casi abultaba más que María Jesús

Estábamos en que el fenómeno Raffaella Carrá arrolló cuanto se le puso por delante allá en el segundo quinquenio de los setenta. Suyas fueron las canciones del verano durante un tiempo. A continuación, pasaron Camilo Sesto, Umberto Tozzi, y así de seguido hasta el golpetazo del año 1981, que aquello fue como una cacofonía por la espalda hasta bien entrada 'la noche de aquel día' de mis intocables Beatles. Aquella madrugada no hubo música, solo imágenes y entre ellas la imborrable de un hombre sentado en su escaño, en su sitio de Presidente del Gobierno, que a ver si alguno se da por aludido.

Pasados unos meses de la bazofia, del desasosiego, este país había de levantar el vuelo y ¡zas!, una bandada de 'Los Pajaritos' sobrevoló los cielos de aquel verano. Con un acordeón que casi abultaba más que María Jesús, la jovencísima cantante e instrumentista nos puso a bailar quieras que no: "Pajaritos, a bailar/ Cuando acabas de nacer/ Tu colita has de mover chu-chu- chu-chu". Si usted por entonces no tenía uso de razón difícilmente podrá hacerse una idea de la matraca de 'Los Pajaritos'.

"Los vecinos, mientras tanto, no paran de molestar..., me paso el día bailando", así, más o menos dice la letrilla de 'Bailando' que la inefable 'Alaska y Los Pegamoides' colocaron en el primer puesto de la canción del verano del 82. Era el comienzo de lo que fue dado en llamar 'La Movida' y, por sobre encima, se dio un acontecimiento hoy impensable: la doble mayoría absoluta de un partido político, el PSOE, con Felipe González que se mantuvo trece años y medio de presidente del Gobierno, el periodo más largo de mandato de un Presidente de la democracia en España. Por lo que se vislumbra, alguno quiere batir el récord. Lo más temible es que lo consiga.

Luego, ya, al año siguiente, nos ponemos en 1983, 'Vamos a la playa' nos fundió a plomo con su estribillo repetido una y otra y otra y otra y otra vez, oh, oh, ooh… Esta pegadiza pionera del eurodance y otras más que le siguieron las dejamos para la próxima columna, porque esta lleva dedicatoria:

A la memoria de Justo Velasco. Mi grande y querido amigo Justo, se nos fue como a contracorriente. Así era él, jamás renunció a sus sueños ni a sus calculadas decisiones en esta vida. Disculpen si termino la columna con un emocionado recuerdo a mi amigo Justo, pero es que…, a ver quién me apunta ahora palabras y frases esperpénticas como lo hacía él.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios