Descubrimiento y encubrimiento

La Historia, como las Matemáticas, como cualquier otro sujeto existente, será apropiado por el poder para que esté a su servicio

En pocos días rememoraremos la llegada de las naves tripuladas por Colón a tierras caribeñas, descubriendo mundos desconocidos para una y otra partes del mundo. Esa es la única realidad objetiva: ambos mundos ya existían, pero uno no sabía del otro; eso es descubrir. A partir de ahí ya podemos decir quién es quien escribe la Historia y quién tiene derecho a reescribirla. Porque en este caso, el factor humano -humanos descubren a humanos-, aporta un valor cualitativo de radical importancia: no fue un encuentro de iguales, como no sería un encuentro de iguales si una expedición de otra galaxia diera con nosotros. ¿Hablaríamos de encubrimiento, hablarían de descubrimiento?

"La Historia humana está escrita por los ganadores", se dice casi con lamento desde buena parte de la sociedad, sobretodo cuando se quiere poner en crisis la verdad oficial. A este respecto, la Historia, como las Matemáticas, como cualquier otra Ciencia, incluso como cualquier otro sujeto existente, será apropiado por el poder para que esté a su servicio. Siempre ha sido así, con mayor o menor éxito para el poderoso. Casi siempre, lo primero.

Lo que no vale a posteriori es el lamento sobre lo que pudo haber sido, en el caso de que no hubiese término en buen puerto para aquel encuentro. Y para esto, para juicios a priori y anacrónicos, los humanos estamos especialmente dotados; los humanos de todos los sitios, pues la única verdad histórica es que la historia de la humanidad es la historia de las migraciones.

El encuentro entre dos sujetos (individuales o colectivos) es asimétrico: siempre es una parte la que se acerca a otra, más estática; y, por tanto, las condiciones de ese encuentro no son percibidas nunca del mismo modo. Si hay empatía puede resultar una bonita historia de amor colaborativo; si no es así, será el origen de una tormenta perfecta de desencuentro entre esos dos mundos.

La Historia tiene su otra cara, la del que queda aplastado… porque la realidad, aunque pasada y aplastada, no se puede ocultar. Y resulta una verdad ofensiva; como cualquier nueva verdad, ofende a quien no está dispuesto a compartirla. Es muy sensible, acientífica: es una adhesión empática la que se percibe, o una repulsión incontrolable. Posiblemente, ninguna de las dos es plenamente satisfactoria; y ante la realidad únicamente hay tres maneras de situarse: de frente, de espaldas, o de perfil. Y tú, ¿cuál prefieres?

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