HABLAR SIN DECIR NADA

Ante todo, como dice Antonio Iturbe en su "A cielo abierto", porque resulta estéril decir lo que ya sabe el silencio, ¿no?

Si les soy sincero, les podría confesar que hoy, antes de ponerme a escribir estas líneas, tenía serias dudas sobre aquello que pretendía transmitirles. Un grave quebranto decisorio, dirían algunos. Muchas cuestiones abiertas sobre las que opinar, más ideas, y la eterna incertidumbre de decidir qué podría contarles que pueda llegar a resultarles mínimamente interesante, o por lo menos entretenido. Ante todo, como dice Antonio Iturbe en su "A cielo abierto", porque resulta estéril decir lo que ya sabe el silencio, ¿no?

Que si el arranque de las vacaciones de Pedro Sánchez en las "Marismillas", con la visita de Angela Merkel, y envuelto en la polémica del enchufe de su esposa en el Instituto de Empresa, nada nuevo, o su eterno tira y afloja con la cúpula de barones y baronesa de su partido. Que si la crítica maniqueista al nuevo Presidente del Partido Popular, en la imperfecta perfección del cursado de su master. Que si la eterna discusión, o problema, de la llegada o estancia de inmigrantes en nuestro país, asunto que será perenne en la agenda política, sea quien sea el que more en la Moncloa, todo por culpa de la hipocresía, el buenismo infantiloide y la medida ignorancia con la que se habla del tema. Que si la indolente quema de montes y bosques, nuestra casa, sin que nos tomemos en serio la prevención de estas catástrofes, a pesar de los adelantos tecnológicos de hoy en día y la constatación de que nuestro medio natural, nosotros mismos, empeora por momentos y nos matamos a "fuego" lento, sin hacer nada. Cuantos qué se yo.

Y es que, en esta mí disposición de realizarles una nueva revelación, les declararé que esa ardua y trabajosa tarea de servir al prójimo lector, ofreciéndole semanalmente algún tema que contenga un mínimo fundamento de distracción, conocimiento, sátira o cualquiera de esas otras reacciones intelectuales o emocionales albergadas por el ser humano, es una labor harto complicada, o, por lo menos, no tan sencilla como pudiera parecer a priori. Y ello a pesar de que, como decía un historiador griego, el esfuerzo resulta más ligero con el hábito y la costumbre.

Bueno, al final cumplí con mi propósito, puesto que han llegado leyendo hasta aquí. Y la verdad es que, analizándolo con detenimiento, me preocupa, pues mañana seguramente recordarán estas palabras lo mismo que cualquier otra que les hubiese dicho. Ostras, como hacen y sucede con los políticos…

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