Inteligencia y fin de mundo

Si la Inteligencia Artificial puede acercar el fin del mundo, será cuestión de humanizar la inteligencia

El ejercicio popular -que no elaborado o científico- de imaginar el fin del mundo suele asistirse de profecías apocalípticas donde las amenazas de exterminio o devastación infunden pavoroso terror y espanto. Por eso, afirmar que el mundo -o, acaso de manera más precisa, la humanidad- pueda encontrar su fin como resultado de la Inteligencia Artificial (IA) resulta bastante extraño por alejarse, al menos en la imaginación, de las dantescas representaciones de ese fatídico momento. Ya que todo podría resultar de confabulaciones tecnológicas, de perversos algoritmos, de hacerse real la ciencia ficción. De modo que la IA fuese capaz de mejorar su propia inteligencia, escapar al control humano y poner en peligro cierto la existencia de la humanidad, al alterarse los procesos regidos por la IA. Es fácil de advertir que esta premonición fatal resulta bastante mayor que los escolares atropellos de las tareas resueltas con aplicaciones como ChatGPT. Incluso cabría pensar que este artículo no se debiera a la humana y escueta sesera del arriba firmante, sino a la obediente respuesta de esa aplicación tras pedirle un artículo con dos mil cuatrocientos caracteres sobre la inteligencia y el fin del mundo.

Algunos expertos -con la necesaria reserva ante el modo de atribuir o atribuirse ese carácter- dicen que la IA queda limitada por las decisiones que toman los humanos a fin de programarla y controlarla, pero no ha de olvidarse que a la maldad del género humando se deben tragedias mayúsculas. Por eso también se manifiestan presagios catastróficos del fin de la humanidad el redondo día del 1 de enero de 2030. Stephen Hawking, cuya discapacidad física no alteró su mayúscula y genial sabiduría, advirtió de una explosión de la inteligencia, con el resultado de máquinas cuya inteligencia supere la de los humanos en mayor medida que la de estos supera la de los caracoles, por lo que habría que entrenar a las computadoras para que se alineen con los objetivos de los seres humanos. Y el acaudalado magnate Elon Musk, nada comparable a Hawking, sostiene que la IA tiene el potencial de destruir la civilización. Luego no será cuestión de ignorarlo, como se si tratara de profecías alucinadas, sino de humanizar la inteligencia artificial, ahí es nada, para que el fin del mundo no abandone la ciencia ficción.

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