La última película de Todd Haynes, que ha dado de qué hablar durante los últimos meses, y es quizás su mejor película a día de hoy ha sido estrenada en Netflix para los norteamericanos y aunque para España tendremos que esperar un poco, tuvo ya su estreno en el Festival de Cannes y en el Festival de Cine de San Sebastián.

Protagonizada por Julianne Moore y Natalie Portman, el largometraje aborda el viaje de una actriz haciendo investigación para una película que se rodará próximamente sobre el caso de una mujer de 35 años que se involucra romántica y sexualmente con un niño de 13 años, la historia transcurre 24 años después de estos hechos, en los que la pareja ahora tiene 3 hijos.

Haynes opta por remitirnos al encabezado amarillezco que rodea el contexto de los personajes, basados en una historia real, a través de música telenovelesca, una decisión que remite a los culebrones del mediodía en programas de señal abierta, pero que logra posicionarnos en un punto de enajenación frente a la historia, como quienes se enteraron de ella a través de los periódicos de la época.

Portman interpreta a nuestro pez fuera del agua y nos sirve para entender el contexto de la familia no convencional nacida de un crimen, mostrando los recovecos de la ruptura de la identidad de la víctima de esta relación, el joven de 13 años ahora un adulto en sus treinta tratando de conciliar el hecho de que no tuvo una infancia, ni experiencias formativas y que es la sombra de un hombre caminando detrás de una criminal, siguiendo consuelo solo en el discurso que se repiten, que se aman una y otra vez.

El alma de esta manipulación es interpretada espléndidamente por Julianne Moore, Gracie, la abusadora del niño con quien forma una familia. Parece que la única que es capaz de enfrentarla y verla de manera real es la actriz que la interpretará en una película, Elizabeth, interpretada por Portman, quien nos sirve para ver la verdadera cara de Gracie manipulando a sus hijos, la percepción que se tiene de ella y a su esposo.

El largometraje casi funciona como una clásica película de terror, excepto que este terror es puramente psicológico y habla de los extremos en los que la maldad puede llegar a aplastar avasalladoramente a todo lo que está a su alrededor.

El actor que interpreta al niño hecho adulto, Charles Melton, se ha vuelto en tiempo récord en uno de los favoritos para la venidera temporada de premios y merecidamente, su interpretación es el alma del largometraje y nos lleva a una reflexión de lo más dolorosa sobre qué es lo que conforma una identidad y cómo se puede escapar de situaciones que te arrebatan lo más profundo de ti.

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