Presidente, hay que dar explicaciones

La idea de plagio está más presente que nunca, máxime cuando PlagScan desmintió esta semana a la Moncloa

Se nos amenaza desde el Gobierno de la Nación día tras día con una subida de impuestos, de una cosa o de otra, sin contemplaciones. La presión fiscal que ya existe se siente, y vaya si se siente. Repito esta verdad según la escuché: si ganas, renta; si ahorras, patrimonio; si consumes, IVA; y si falleces, sucesiones. No se escapa nada, ni nadie. El problema es que, a pesar de ello, no se gestiona bien. Pero no pasa nada, la ineficacia se arregla con subidas. Y se dice que esas intimidaciones contributivas, junto con otras propuestas inviables y mal planteadas -por falta de escaños y de pragmatismo-, como la eliminación de fueros, son improvisaciones y simples cortinas de humo para enmascarar la verdad actual de Pedro Sánchez, de dónde se encuentra hoy, de la operatividad y competencia de su equipo ministerial, de sus posibilidades -algunas, o nulas- de continuar su acción de gobierno. Pudiera ser verdad. A su ausencia en el Senado, su debilidad en el Congreso, se añaden las polémicas del propio Pedro. Y, parafraseando a Umbral, volvemos a hablar de su libro, su tesis doctoral. Astuto Sánchez, logró sacar jugó en su día con el caso Cifuentes, y después lo ha intentado con Casado, pero la Fiscalía del Tribunal Supremo ayer parece que desbarató sus planes, negando la judicialización del caso. La suerte le estaría dando la espalda. Exigió tanta ejemplaridad, que al final se le atragantó. Primero, con su exministra Montón, investigada por su master. Y después, el caso de su "doctorado", el cual parecía haberse desinflado hace unos días, pero, ahora, vuelve a revivir y tomar fuerza. No solo porque el "y tú más" frente a Casado ya no le vale, sino porque cada jornada se conoce una nueva noticia de cómo se hizo chapuceramente la tesis doctoral del presidente.

La idea de plagio está más presente que nunca, máxime cuando PlagScan desmintió esta semana a la Moncloa. Los pretextos de olvidos o errores involuntarios en los entrecomillados, o en las faltas de citas a autor, son tan reiterados que parecen meras excusas de parvulario. Al final, la sensación que va quedando es que copió a otros para hacer su tesis, escondiéndolo, y que el trabajo no lo hizo solo, sino ayudándose de alguien. Amiguismo, o politiqueo, quién sabe. Lo que está claro es que el cerco se estrecha, y las explicaciones dadas son inconsistentes e insuficientes.

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