Ángel López Moya

El Sahel y España

La Tribuna

29 de mayo 2024 - 00:00

Mucho se está hablando últimamente del Sahel, pero tal vez sin tener una idea clara de lo que es y de su situación exacta. Pues bien, se trata de una franja geográfica del continente africano, que va desde el Atlántico hasta el Mar Rojo, que podríamos localizarla a caballo del paralelo 10 de latitud norte. Esta franja queda limitada al norte por el gran desierto del Sahara y al sur por la sabana africana. Su clima es muy parecido en todos los países por donde se extiende. Conforman el Sahel en parte o en su totalidad: Mauritania, Senegal, Gambia, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán y Eritrea.

El clima de una zona concreta tiene una gran influencia en la forma de vida de los pueblos. En el desierto del Sahara y en el Sahel el agua es el elemento más importante y preciado sobre todas las cosas. Las cabilas y pequeños poblados (fric) siempre han nacido junto a los oasis o simplemente donde había un hasi (pozo de menos de diez metros) o de un bir (pozo con más de 10 m.) donde poder abastecerse de agua las personas y los animales. En mi experiencia personal puedo decir que entre la comida, el combustible y el agua, lo que vigilaba con más celo, era el agua, seguido del combustible y a gran distancia de la comida.

El 30 de enero de 2013 el Congreso de los Diputados aprobó la participación de España en la misión de la Unión Europea en Mali. De los 22 países que aportaron tropas, al final solo quedaban 8 (España, Austria, Finlandia, Hungría, Lituania, Bélgica, Rumanía y Portugal) y de los mil efectivos que llegó a albergar, al final solo quedaban 160, de los cuales 135 eran españoles. Hace solo unos días la misión de la UE que estaba al mando del General español Santiago Fernández-Ortiz Repiso, se ha dado por finalizada. El empuje yihadista y la influencia de los rusos en la zona, han precipitado la salida. Me consta que las tropas españolas que han pasado por Mali han sido muy queridas. En el siglo XIX las potencias europeas se instalaron en África. Francia lo hizo principalmente en el Sudán. Entonces Sudán se le llamaba a toda el África negra, porque Sudán es el plural del árabe Assued, que significa negro y Sudán significa País de los Negros y este fue el nombre que los antiguos geógrafos dieron al territorio, que ocupaban todas las tribus negras en esta zona del Sahel; se extendía entre el Sahara meridional y el Ecuador y entre el Atlántico y las montañas de Abisinia. Pues bien España hizo acto de presencia en tierras del antiguo Sudán o del actual Sahel en dos ocasiones. En 1879 se organizó una expedición al mando de Cristóbal Benítez, un aventurero innato que hablaba perfectamente el árabe y el científico alemán doctor Lenz. El itinerario fue: Tetuán, Fez, Marrakech, Tinduf y atravesando el desierto del Sahara llegó a la legendaria Tombuctú. En este viaje vivieron todo tipo de aventuras y siempre ocultando que eran cristianos, aunque el físico nórdico del alemán los delataba continuamente. Tuvieron incluso la desgracia, de que en un pueblecito al sur del Atlas, la mujer del posadero se enamoró locamente del alemán. El asunto que podría ser una novela rosa, terminó a tiro limpio, salvando la vida milagrosamente. Viajaron siempre por la noche y descansaron durante el día, hasta llegar a Tombuctú, después de haber recorrido 4.000 km en camello o andando. Por último y sin entrar en otras consideraciones, diré que Benítez a su regreso entregó una magnífica memoria a la Sociedad Geográfica de Madrid.

La segunda expedición se realizó en 1885, cuando el gobierno español, ante el empuje de los franceses en la zona, organizó una expedición con la misión de adentrarse en los oasis del interior del Sahara; fue nombrado jefe de la misma el Capitán Cervera, acompañado de Quiroga, doctor en ciencias y de Felipe Rizzo cónsul y profesor de árabe. En 1886 la expedición desembarcó en Río de Oro, donde permanecieron tres meses, estrechando lazos de amistad con la tribu Ulad Delim. Obsequiaron a los jefes de las tribus y de las cabilas con espejos, tijeras, telas, collares etc. y para ganarse el estómago de los nativos: azúcar, café, té, dulces y tabaco. En julio se adentraron en el desierto y después de un mes de penoso viaje llegaron a las salinas de la depresión de Iyil (actualmente en Mauritania) donde se reunieron con todos los jefes de las tribus de Río de Oro. Allí firmaron un tratado por el que todos los presentes y sus gentes se sometían a la soberanía española. También se firmó otro tratado con el sultán de Adrar T’ mar y con Mamad-Ueld-es-Aidda quedando también bajo la protección española. La importancia de las salinas de Iyil era tan grande, que los franceses dibujaron una gran y descarada curva en la frontera entre el Sahara Español y los territorios franceses, para que las salinas quedaran en territorio de la actual Mauritania. Nuestra debilidad, que ya venía de América, se manifestó una vez más en África.

Lamentablemente los dos tratados de Iyil no fueron ratificados por las Cortes, ni publicados por la Gaceta, ni tampoco se comunicó nuestra ocupación a las potencias, por lo que en el momento de firmarse el tratado de 1900 con Francia, esta extensa zona quedó fuera de la influencia española por falta de argumentos legales. No aprenderemos nunca.

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