Si preguntamos a cualquier economista sobre la independencia (ideológica) con la que se toman las decisiones en el ámbito económico global, su respuesta será, de "entre un cero a un 100%", de forma directamente proporcional a su ámbito de influencia en dichas decisiones. Concretamente, si le preguntamos al Ministro de Consumo del Gobierno español, nos dará una respuesta cercana al mínimo: él, que puede poco, pensará que la ideología del economista marca fuertemente la tendencia de sus decisiones. Sin embargo, cuando le hice esta pregunta a actual Gobernador del Banco de España, negó la mayor: "porque las personas que están en estos lugares son profesionales independientes".

No somos nadie para dar lecciones fuera de las enseñanzas regladas, pero está claro que el día que vieron a Aristóteles en clases de Filosofía (descubriendo que el ser humano tiene una dimensión política, y por tanto ideológica, irrenunciable), este señor no fue a clase. Y, por supuesto, no fue materia de examen, pues no hubiera superado la prueba y no habría tenido su recorrido posterior ya conocido. Que el ser humano es capaz de vestir con deslumbrantes ropajes al cuerpo más vacío, no es extraño. Lo que sí que es sorprendente es la discapacidad que tenemos para saber entender cosas muy sencillas que, por ello mismo, estén cercanas a trastearnos los palos del sombrajo que, como chiringuito, nos hayamos montado cada uno en nuestras vidas. Es más: no entiendo el miedo que tiene el personal por aceptar tal realidad. ¿Tal vez hay pudor al desnudo? Está claro, Aristóteles: con una túnica como vestimenta no tenías miedo a quedarte en pelotas. El traje ya es otra cosa.

No estoy planteando que las herramientas de las que nos proveen la Ciencia y la Técnica no sean objetivas, independientes; no: lo que estoy planteando es que la elección que el ser humano haga de ellas nunca va a ser resultado de un proceso objetivable. El uso siempre va estar dirigido por nuestras expectativas: siempre estaremos apuntando hacia algún horizonte, hacia alguna utopía que estaremos buscando; ¡y eso no se hace nunca de manera objetiva! Todos tenemos anhelos, certezas y miedos que reflejamos en las decisiones que tomamos. Porque siempre hay una lectura posterior: los datos técnicos sólo nos ayudan a dibujar los escenarios posibles, ¡y luego apuntaremos hacia el que más nos pueda interesar, consciente o inconscientemente!

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