Trillo a la inversa

La contradicción de Trillo. Liberado por la justicia humana, pero condenado por su actitud soberbia e incomprensible

Les contaré retales de una historia, pero a la inversa. Normalmente pecamos de explicar el mundo y sus efectos mediante la deducción. Prácticamente todo. Piensen en que suelen observar lo que sucede a su alrededor, cualquier objeto de estudio. Acto seguido construyen hipótesis válidas para dar explicación a la consecuencia de esa observación. Y, por último, constatan la certeza que se deduce de sus hipótesis. Este es el plan nuestro de cada día. Y no es esta otra entelequia científica, es un recurso usual en cualquier faceta de la vida, las más insospechadas. Pero hoy, navegamos a contracorriente, y confiamos al signo contrario, es decir, a la simple y pura inducción. Para ello, debemos escoger un antecedente o hecho particular, del cual extraeremos unas conclusiones generales, siempre después de exprimirlas como una naranja. El azar nos hace seleccionar al político Federico Trillo, este sábado ex embajador español en Londres, por "relevo", y antaño ex Ministro de Defensa. Y el hecho particular elegido, sus palabras, gestos y actitud mantenida en relación a la tragedia del popular Yakovlev 42 siniestrado en Turquía en 2003, con sus más de sesenta muertos, la mayoría militares.

La historia ya la conocen, como diría Wyoming. Nosotros opinamos sobre la verdad de sus desplantes, innecesarios a todas luces y seguramente reprochables, tanto como que, pareciendo querer alejarse con esos vastos modales de cualquier responsabilidad en el suceso, hiciera pensar todo lo contrario. Apreciamos su soberbia desmedida, sus acciones altaneras, sus palabras huérfanas de comprensión y respeto hacia los familiares de los fallecidos. Por defecto, también a estos últimos. Debería saber que el servidor público (lo fue como ministro, hasta ayer como embajador) paga con mejor moneda que nadie. Tal vez lo olvidó, o nunca lo asimiló. Estar al frente de un ministerio donde ocurre esta desdicha será difícil de sobrellevar, y más cuando te apuntan como responsable. Pero, cuando los tribunales te liberan de toda culpa, como fue éste el caso, si la conciencia duerme tranquila, lo normal y lógico es estar junto a los damnificados. Aunque si, a pesar de esa justicia humana, la flaqueza de espíritu sigue guiando tu conducta, vives en contradicción. Y como dijo Tolstoi, vivir en esa contradicción con la razón, es el estado moral más intolerable. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

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