Una semana más, vemos las peleas sin sentido y las acusaciones al contrario con la palabra favorita de un político: "populismo". Es la última definición de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, al líder de la oposición, Feijóo, por pedir al Gobierno que baje el IVA de los productos básicos. Un dilema, el de la lista de la compra, que está dando quebraderos de cabeza a los socialistas desde que su compañera de sillón, Yolanda Díaz, quisiera limitar los precios. Todos los expertos lo decían: la única manera de llegar a algo es quitar el famoso impuesto que a todos nos mata. La guerra electoral ha comenzado. Ahora los populares autonómicos están jugando sus cartas en un momento en el que la inflación está pasando una mala factura a la gran mayoría. Una estrategia de precampaña electoral que les funcionará porque las cosas del comer preocupan a todos. Ahora veremos el toma y daca del Ejecutivo a la oposición, pero la realidad y los datos no mienten. En 2021, los ingresos fiscales superaron los 233.000 millones de euros, lo que supone un aumento del 15,1 % con respecto a 2020 y un 5 % en comparación con 2019. Es decir, el Estado está recaudando más y nos piden que tengamos paciencia. Por eso, en una economía de guerra todos tenemos que ayudar. Primero, el político y segundo, el ciudadano. Sabemos que la educación o nuestra sanidad tienen que salir de algún sitio, pero un reajuste fiscal adecuado se puede hacer. Ya lo dijo la patronal que los presupuestos presentados eran irreales por las expectativas económicas. Igual también hay que quitar administraciones o eliminar ministerios. Con eso se podrían ahorrar 60.000 millones de euros. Y no lo digo, yo lo dijo el último informe del Instituto de Estudios Económicos. En resumen, el PP está aprovechando sus gobiernos para dar palos en los próximos debates electorales mientras Montero no sabe qué hacer. Priman más sus socios de Podemos con el impuesto a los ricos que no juntarse, sintiéndolo mucho, con la oposición que le ha dado ideas como la rebaja del IVA del gas y la luz. Todos aprovechan su jugada, porque el bolsillo de los ciudadanos es conseguir un voto asegurado. El problema es que los de la gaviota dan la idea y quien la ejecuta y queda bien son los de Moncloa. Señoras y señores la campaña electoral de los gravámenes ha comenzado.

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