La cuarta pared

Una casa en la playa

¿Plantear algo totalmente disruptivo o mimetizarse con los planteamientos iniciales

Hace ya algún tiempo, cayó en nuestro estudio un encargo de esos que ilusionan a la vez que suponen un reto por su singular ubicación y por el desafío de actuar en una vivienda ya existente con unas cualidades arquitectónicas propias de los años 60. Una casa que descansa sobre un pequeño acantilado y a los pies de una playa con cierta afluencia en los meses de verano que, hoy en día sería inimaginable por exigencias de la actual ley de costas. La casa cuenta con unos amplios espacios interiores por ordenar y unos requerimientos programáticos abiertos a la vez que pautados.

Emprendemos el reto con la firme convicción de devolver la vida a unos espacios que han sido tan disfrutados a lo largo de varios años por tantas personas pero que, ahora, necesitan cierto maquillaje para actualizarla a las necesidades de nuestro tiempo. El proyecto original afianza su esencia en una arquitectura mediterránea, perfecta para la línea de diseño que tanto estamos acostumbrados por la geografía de la gran mayoría (sino todos) de los trabajos que realizamos. Sin embargo, esta vez llega a resultar incluso abrumador por la maestría de la edificación preexistente que puede llegar a eclipsar cualquier intervención propuesta. ¿Plantear algo totalmente disruptivo o mimetizarse con los planteamientos iniciales? En este caso parece estar clara la opción exitosa pero, siempre puede haber un camino intermedio, un enfoque que consiga aglutinar ambos mundos, una vivienda mediterránea vernácula que destaque por conseguir desnudar la esencia de su proyecto inicial agarrándose en aquellos gestos arquitectónicos propios y singulares que la caracterizan, en este caso, la belleza estética de las tradicionales esquinas redondeadas de tantas viviendas encaladas en blanco que pueblan casi todas las orillas del Mar Mediterráneo.

Encontrar un elemento que consiga ser el hilo conductor de todo un proyecto no es nada fácil y mucho menos que resuelva de manera elegante todos los problemas derivados de una reforma de estas características. No obstante, en este caso, resulta obvio, y de ahí la responsabilidad de tocar las teclas adecuadas en el diseño para que la suavidad de la curva impregne con su esencia orgánica todos los ambientes, llevando incluso al interior este gesto que tanta ligereza, paz y armonía consigue transmitir. El hilo conductor de una idea es solo eso, un hilo, pero que podemos llegar a curvar para que, una de una tacada, fundir tradición, función y belleza.

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