L0 que viviremos durante estos tres días en los que está programada la moción de censura, significará un antes y un después en este país, sin duda alguna. En primer lugar, el hecho de que una moción se defienda por una persona ajena al partido político que la plantea no deja de ser un acontecimiento extraordinario, de los que no se acostumbra a ver. Si bien a las mociones de censura como tales sí que estamos acostumbrados en nuestro país (será ya la sexta de las presentadas en nuestro reciente periodo democrático), sólo salió adelante la de 2018, la segunda presentada al presidente Rajoy. También, igualmente, esta es la segunda contra el presidente Sánchez, aunque no tiene el menor viso de progresar

Que se use este mecanismo en el juego parlamentario, no sólo ha de parecernos muy bien, sino que es de aplaudir el interés por que el debate político entre en la vida cotidiana. Sí, estoy plenamente persuadido de que este acontecimiento se va a vivir con mayor interés que el Caso Negreira. ¿O nos da igual lo que se diga? No lo sé. A mí esta situación me está trayendo a la cabeza esos ejercicios escolares de debate dialéctico en los que se propone un tema concreto y, has de defender o atacar una causa dada, pero más allá de tus convicciones; lo has de hacer únicamente porque es un ejercicio. Y hete aquí que tenemos un ejercicio dialéctico auspiciado por un partido concreto al que se le ha ofrecido un único aspirante a la defensa de su argumentario. Ni que decir tiene que, en este caso, está garantizado que ese argumentario sólo tiene en común con el del partido que organiza el concurso su objetivo final: el cambio de Gobierno. Cuando alguien afronta una tarea, psicológicamente ha de ponerse en esas coordenadas: la de que la empresa saldrá adelante. Y aquí es donde uno queda como Cagancho en Almagro (a los que no os gusten los toros, lo siento): porque, ¿cuál es el papel que ha de jugar la persona que defiende la moción de censura? Deberemos entender, necesariamente, que no es otra que aspirar a ganarla y presentar un equipo con el que afrontar el resto de la Legislatura… Como Cagancho: vestido de luces y sin realizar la faena. Que una persona que ocupó el espacio político de las antípodas del grupo que lo respalda sea capaz de ofrecerse a ser su valedor revela que tiene algo que decir ahora. Pues nada, dejemos lo que estemos haciendo, y a escuchar: show must go on!

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