La homofobia exige respuesta política

La respuesta sólo podrá venir de la política si se introducen elementos nuevos, y prácticas diferentes

Al grito de "maricón", diez machotes han asesinado a Samuel, un chaval cuya opción sexual le ha supuesto perder la vida; porque así lo decidieron estos imbéciles. Sin duda, estando como estamos en los albores de la Ley Trans, con un debate más que encendido al respecto, es imposible separar ambos hechos del debate. Se puede hacer un esfuerzo, y plantearnos el debate en un contexto filosófico de cómo es posible que un ser humano pueda decidir sobre la vida de otro. Pero no es necesario que seamos tan exquisitos. Lo que ha ocurrido aquí es que, como en tantos otros asuntos, la bajeza moral de los criterios políticos que se introducen en el debate parlamentario son un excelente trampolín para el despreciable juicio de barra de bar que se abre paso entre la ciudadanía.

Todo hijo de vecino da su opinión, sobre cualquier cosa; pero rara vez es desde el respeto y reconocimiento de su conocimiento parcial o imperfecto del asunto a debate; y, mucho menos, desde el respeto profundo a la persona que encarna una postura contraria. Por supuesto, profundizar la ignorancia en grupo (con seres igualmente ignorantes) sólo puede llevarnos al embrutecimiento y a la violencia ciega contra eso que no aceptamos interiormente. ¿Por qué? Posiblemente, porque nunca nos enseñaron a aceptar una realidad plural.

Es posible que después de comprobar el éxito de la CAM con la excelente acogida de realizar la vacunación contra la COVID-19 en un famoso centro comercial y en una igualmente famosa entidad financiera, de tal suerte que parece que la Sanidad puede sacarse del ámbito político, afirmar que "un asesinato por homofobia no se puede aprovechar para sacar réditos políticos" es, a su vez, una forma interesada de hacer política. Pero, siendo muy cierto que la política, en su forma y práctica actuales, forma parte del problema de la crispación y preocupación social existentes, no es menos cierto que ha de formar parte, necesariamente, de la solución del mismo.

La respuesta sólo podrá venir de la política si se introducen elementos nuevos, formas nuevas de hacer política, prácticas diferentes que faciliten más diálogo social y menos confrontación. ¿Es tal vez una utopía y, por tanto, existe una solución con la que aún no hemos dado, o bien se trata de una quimera y, por tanto, no existe de ninguna manera tal solución? Exista solución o no, es obligatorio buscarla; es un reto humano ineludible.

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