Las incógnitas del casadismo

Pablo Casado, joven bien parecido, vendiendo la renovación con el retorno a las estrategias y decisiones del pasado

Hasta el rabo todo es toro. Refrán que me vino a la mente cuando a mediodía de ayer, cuchara en mano, supe de la victoria de Pablo Casado en la presidencia del Partido Popular. Nadie lo hubiera imaginado hace unos meses.

Esta Primavera, el omnipotente Mariano Rajoy apoltronado en el Gobierno de España, en su gaudeamus particular, mientras el pupilo y angelical Pablito, mendigando la candidatura de la alcaldía y presidencia de la Comunidad de Madrid, sacaba papeles a doquier para justificar su curriculum. Y hoy, transcurrido tan solo un cambio de luna, vemos a Mariano Rajoy como registrador de la propiedad calificando escrituras en Santa Pola, y al otro, el adelantado de la generación FAES, dirigiendo los designios de la derecha española.

¿Y cómo es posible? ¿Qué extraño suceso lo propició? Lo mismo de siempre. Idéntico a lo que sucedió en el PSOE entre Sánchez y Díaz. Calcado a lo que pasó con los convergentes del independentismo catalán, y está pasando ahora. Igual a los amagos en Podemos descabezados por Iglesias a lo bolchevique. Distintas cocteleras, mismos ingredientes: un mundo cambiante, absorbido por la imagen y lo efímero, ausente de principios y valores comunes que hagan perdurar lo realmente valioso, manejado por personas que ambicionan poder.

Pablo Casado, joven bien parecido, vendiendo la renovación con el retorno a las estrategias y decisiones del pasado, prometiendo regeneración mientras compartía almuerzo con la casta del partido, criticando la acción del gobierno de Rajoy cuando por entonces participaba del mismo y callaba comiendo de la mano de aquél. Curioso, muy curioso. Pablo, se decía antiguamente que los azotes que los padres dan a los hijos honran, y los del verdugo afrentan.

A nadie escapa que Casado fue la sorpresa de la primera vuelta de las primarias del PP. Nadie duda tampoco que ganó a Soraya gracias al odio visceral que el resto de candidatos profesan contra aquella, y, particularmente, al apoyo de Cospedal.

La incógnita ahora es saber si cambiará algo en su partido. Si todo seguirá igual, el marianismo. Si retrocederán en ideario, al aznarismo y aguirrismo. O si evolucionarán, y hacia donde, el casadismo. Muchas dudas para un presidente inexperto, con la sombra de su curriculum, y el interrogante de si será un valido a dedazo como lo fue Sánchez en su primera etapa de Susana Díaz, en este caso, de Cospedal, o de alguien otro en la sombra. Y no diciendo más, mire usted, lo digo todo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios