En el mismo lugar y a la misma hora

Viendo el comportamiento humano actual, no pudo por más que estremecerse. Hordas de personas hambrientas asesinadas en las colas del hambre, ciudades bombardeadas mientras sus vecinos duermen, multitudes agolpadas junto a vallas fronterizas, tratados como ganado, guerras en las que un ejército moderno mata a civiles desarmados… Una visión apocalíptica, que se repetía desde el principio de los tiempos. Pensó aliviada: “menos mal que un Dios justo nos hizo a su imagen y semejanza”, no quería ni pensar que habría ocurrido de no haber sido así! Siempre tuvo esa idea romántica que sobre el término humanidad nos da el diccionario de la lengua española cuando buscas su significado: “naturaleza o género humano, fragilidad o flaqueza propia del ser humano, sensibilidad, compasión de las desgracias de otras personas, benignidad, mansedumbre, etc, etc… Entonces que eran los grupos de personas sin orden ni disciplina capaces de matarse entre sí antes y después de un partido de fútbol y no lo hacían por defender la muerte de miles de inocentes en el mismo planeta y a la misma hora? Que eran las miles de personas que diariamente veían impasibles en una pantalla imágenes aterradoras, que estaban sucediendo en ese mismo momento a cientos de kilómetros, sin que se les cerrase el estómago? Siguió leyendo el diccionario, Humanismo: “movimiento intelectual, filosófico y cultural que nació en Italia durante el renacimiento, centrado en la exaltación del ser humano y sus capacidades, especialmente la razón”. No podía digerir tal concepto comparando significados y realidad, en alguna parte debía estar el error. Quizá el error mismo fuese ella, haciendo memoria de la historia del género humano, esta conducta salvaje e insensible de la humanidad había sido una constante desde el principio de los tiempos. Sociedades que se creían superiores a otras a las que habían sometido por la fuerza, fueron aniquiladas, y violentadas por las siguientes, era como una cadena de eslabones infinitos que se repetía y retroalimentaba a sí misma. La paradoja consistía en que, analizando los factores que habían influido sobre las masas que protagonizaron los hechos más execrables de la historia, el elemento común era que los dirigía una sola persona, que encabezaba un reducido grupo de correligionarios.