La cuarta pared

la obra de confort

Ante la abrumadora tarea de empezar una nueva pintura, decide encajar la expresión facial de su amada porque se la sabe de memoria

De los creadores de: “aquí esto siempre se ha hecho así” y “no hay dinero para tantas filigranas”, llega: “la realidad material manda”. Y es que, la sencillez, la facilidad y la comodidad, no están solo en nuestra rutina diaria al hacer la cama sin extender las sábanas bajeras o encorvar el cuello para mirar el móvil, también se manifiesta de diferentes formas a distintos planos de nuestra vida. Y muchos de ellos no tienen por qué tratarse de comodidades físicas o materiales, sino más bien de la más importante de todas, la comodidad mental. La desgana, el pensamiento fácil, la solución que menos quebraderos de cabeza pueda ocasionar. Cualquier solución que nos implique un esfuerzo que escape de nuestro mundo cercano conocido es un enemigo para nuestra mente, tranquila, serena y sin necesidad de complicarse.

La infinidad de soluciones posibles a la hora de atajar por primera vez un proyecto de arquitectura puede llegar a saturar la mente del creador. Como un pintor con un lienzo en blanco que, ante la abrumadora tarea de empezar una nueva pintura, decide encajar la expresión facial de su amada porque se la sabe de memoria. Sin lugar a dudas, por algún sitio hay que empezar pero, cambiar de técnica y pasarse al cubismo tras décadas de trabajo ordinario, solo está al alcance del señor Pablo. A la hora de desarrollar un proyecto, se torna como práctica más que habitual la elección de soluciones convencionales, tanto espaciales, como técnicas o conceptuales, por el simple hecho de asumir que es lo que hay que hacer para ajustarnos al presupuesto. El capital manda, la economía es lo primero y sin billetes no hay posibilidad de hacer nada que se salga del sota, caballo y rey de la construcción. Pues bien, creo que ya es hora de romper con estos esquemas tallados en mármol en la tumba de algún constructor. La falta de medios económicos es fácilmente sustituible por la creatividad, el esfuerzo y la implicación. Eso sí, necesitaremos una eficaz mezcla de estas tres cuestiones para llegar a buen puerto si no queremos morir ahogados por estrangulamiento de nuestro propio cliente. No basta con tener buenas ideas, es indispensable conseguir desarrollarlas hasta alcanzar un futuro desconocido. Y ese es el verdadero quid de la cuestión: salir de la zona de confort y asomarse al abismo de buscar soluciones que todavía ni siquiera podemos llegar a vislumbrar.

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