¿Otro octubre catalán?

Si continúan con el desafío, y el Gobierno responde vamos a ser testigos de sucesos pasados, propios de nuestra Historia

Siento cumplir mis promesas. He vuelto. Tras el necesitado y reconfortante parón estival, izo velas. Comienzo esta nueva temporada, como no podía ser de otro modo, con el asunto catalán, producto de la acción dolosa y chulesca de unos, y la omisión inexplicable de los otros.

Resulta paradójico, por no decir inquietante, cómo el señor Puigdemont, marioneta del PDeCAT, y resto de lanceros independentistas, Junqueras por Esquerra Republicana y los anarcosindicalistas de la CUP, echan más carbón a la locomotora del referéndum sin atisbo alguno de frenar su anunciada ruptura con el Estado, pasándose por el forro la legalidad vigente, la propia Constitución. Un empecinamiento cazurro y rupturista que, incluso siendo respetable en términos de ideología, resulta del todo reprobable y vomitivo dentro de un Estado de Derecho, al obviar las reglas de juego y asumir un papel dictatorial en su ejecución. Utilizan torticeramente los sentimientos del pueblo catalán, artificiando un enfrentamiento inexistente con el resto de españoles. Están prendiendo la mecha de un artefacto muy delicado, que puede provocar mucha desazón y dolor. Ese tiempo de la retórica política, con el que jugaron en sus comienzos, pasó. La cosa ahora pinta más seria.

Si continúan con el desafío, y el Gobierno de la nación responde, como es su deber, aquellos que nacimos en democracia vamos a poder ser testigos reales -por desgracia- de sucesos pasados, propios de nuestra Historia. Esta última, antídoto de la ignorancia y falta de memoria, me hace ver cierto paralelismo entre lo que está sucediendo estos días y hechos que acontecieron durante la Segunda República, concretamente en el segundo bienio. Salvando las distancias, por supuesto. Alcalá-Zamora como Presidente, y los radicales de Samper gobernando con el apoyo de los cedistas de Gil Robles, tras las elecciones del año treinta y tres. Al año siguiente, con Lerroux al frente del Gobierno, tuvo lugar la insurrección de Octubre, atentándose contra la legalidad republicana y la Constitución vigente, alzándose en Cataluña Lluís Companys con sus correligionarios y declarando el Estado Catalán. Lo que vino después ya se conoce. Disturbios varios, la intervención del general Batet y el encarcelamiento del President. Espero, y deseo, que esa experiencia, y casi el siglo que ha transcurrido desde entonces, sea suficiente para no cometer los mismos errores.

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