Melena suelta, un rostro perfectamente maquillado, jersey cuello cisne, falda de cuero y stilettos negros, era la viva imagen de la mujer empoderada. En una mano la agenda con las anotaciones y en la otra un bolígrafo que dirigía hacia unos y otros dando órdenes como la “puta ama” que era. Una luminosidad inesperada traspasó sus párpados cerrados, saltó de la cama alarmada: se había quedado dormida. Escuchó a las niñas en el salón, tenían puesta la televisión como si de un sábado se tratase. Mientras les preparaba el desayuno les gritaba desde la cocina para que se vistiesen con premura, no llegaría a tiempo a la entrevista!. Se metió en el baño y la imagen que le devolvió el espejo fue demoledora: una persona desesperada, despeinada y con ojeras. Quién le dijo que ser madre y una profesional de éxito era compatible? Quería recordarlo para no olvidar que tenía que darle las gracias, pensó irónicamente que sin ese consejo jamás se habría empoderado. Dando instrucciones a sus hijas, bajaron hasta el garaje, y tras luchar con la pequeña, que se negaba a que la atasen a la sillita, salió como una exhalación con el temor de que cualquier contratiempo le hiciese llegar tarde al colegio y ese desastre no entraba en el guion. Cuando Javier y ella valoraron quien de los dos tenía más facilidad para pedir jornada reducida, ambos coincidieron en que era ella, ahora dudaba de que estuviese en su sano juicio cuando tomó tal decisión. Se saltó dos semáforos en rojo, y por el movimiento de sus labios pudo imaginar los comentarios de unos conductores que le hicieron gestos de desaprobación: mujer tenía que ser! llegará tarde a la peluquería! En otras circunstancias habría reducido la velocidad, haciéndoles frenar, pero ni para eso tenía hoy tiempo. Dejó el vehículo en doble fila, besó a sus hijas en la puerta del colegio hasta verlas entrar, haciendo oídos sordos a los pitidos que le dedicaban los coches a los que había obstaculizado el paso. Imaginaba de nuevo los comentarios: mujeres, como no?. Con las prisas, metió el fino tacón de sus zapatos en la grieta de una losa rota, y casi se cae. De nuevo en el coche, miró la hora, iba tan justa que si se ponían rojos dos semáforos seguidos, llegaría el entrevistado antes que ella. Se retiró con la mano unas gotas de sudor que amenazaban rebasar los arrecifes negros de sus cejas, mientras sentía los latidos de su corazón golpear contra el pecho. Aparcó y se dirigió a los estudios de grabación, la maquilladora la asaltó en la puerta, en tanto ella cogía el guion, tenía fama de dura, cogió el bolígrafo como un dardo y comenzó a dar órdenes: era la puta ama! La entrevista fue un éxito de audiencia, como siempre. Ya en casa, disfrutando del primer segundo de paz del día, llegó Javier diciendo: he tenido un día agotador, y a ti como te ha ido? Bien, sin problemas….

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios