La refabricación de la Justicia

La Justicia hay que defenderla, día a día, con uñas y dientes, respetarla y vindicarla sin desmayo

Llamó R.Alarmado ante las 400.000 demandas judiciales pendientes de reparto por la huelga de Letrados Judiciales, habré de recordar, otra vez más, que como a la Libertad, a la Verdad, la Salud, al Amor y resto de valores que dan sentido a la vida, también a la Justicia hay que defenderla, día a día, con uñas y dientes, respetarla y vindicarla sin desmayo, reinventarla si la vemos fatigada y relucirla cuando la inunden de sombras, o sea: refabricarla juicio a juicio. Y tajo no falta solo ante los juicios que duran lustros, o décadas, en lograr que se dicte sentencia: inicié uno en 1982, ¡hace 40 años!, y cuando lo acabe, si lo acabo, ya no será justo. Una justicia a destiempo nunca lo es. Menos justa aún, es una Justicia frívola e insegura que despacha asuntos para cubrir ratios burocráticas, a fuer de forzar al Juez a dictar sentencias a matacaballo y por ende, carentes de rigor o absurdas. Y no sé qué es peor si la resolución tardía o la arbitraria: las dos son indignas. Pero al cabo no es tanto un trance de jueces mejores o peores, o de abogados ladinos o ineptos, que de todo hay, como de fallo del "sistema", y de la crónica falta de medios y personal apto para Administrar Justicia, y de tanta carencia que desmoraliza al colectivo de operadores, que somos las primeras víctimas del arduo reto de enderezar este entuerto y cuya reacción común es impermeabilizarnos afectivamente de las consecuencias de lo injusto, para sortear las crisis psíquicas que genera convivir con este caos ingobernable. Decía el catedrático E. Villanueva, que sobre el 20% de jueces sufre algún trastorno mental, sin diagnosticar ni remediar, durante su carrera, un tipo depresivo inevitable cuando uno quiere hacer bien su trabajo y no puede por falta de medios y de tiempo, sufriendo al ver que la Justicia sea el servicio público peor valorado desde hace demasiados años. Y acaso sea por eso, que los ciudadanos y agentes forenses estamos ya tan alienados y (mal) habituados al barullo, que ni protestamos y asumimos los retrasos y la inseguridad legal como algo normal: ¡son tantos años! Aunque las soluciones existan y se conocen: agilizar trámites procesales, dotar al sistema de más personal, mejor informática y más jueces, que pueden ampliarse con juristas virtuosos, que los hay. Aunque falte lo que suele faltar en estos casos: voluntad política y los recursos financieros que se siguen dilapidando en tantas bobadas.

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