Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

Doctor en Ciencias Matemáticas

¿Cómo superar el agobio?

Al acabar el curso académico es frecuente que ante los exámenes los alumnos se sientan angustiados, sometidos a una presión muy diferente a la del ritmo habitual. Entre los principales síntomas, podemos destacar: nerviosismo, estrés y ansiedad, dormir menos y peor de lo habitual, conflictos y tensiones que aparecen con frecuencia en las relaciones interpersonales, dificultad para concentrarse o para respetar el orden de prioridades del proyecto personal de vida, etc. Es una situación que puede presentarse con cierta frecuencia en la vida, normalmente cuando se acumulan actividades o problemas a los que no se puede hacer frente de una manera completa y obtener los resultados que deseamos. Sucede en determinadas épocas en el trabajo profesional o cuando aparecen circunstancias extraordinarias en nuestra vida. En estas situaciones resulta difícil mantener la serenidad, establecer un orden de prioridades, conseguir que lo urgente no nos impida hacer lo importante, etc. También pueden ser ocasión de crecimiento si en vez de dejarnos abatir, las afrontamos con actitud positiva y optimista. El agobio puede ser provocado por uno mismo o por otras personas. Cuando nos encontramos en una situación de ese tipo, merece la pena pararse a pensar, reflexionar sobre qué nos pasa y por qué, para aprender a superar las circunstancias que nos hacen sufrir. El nivel de agobio y sus efectos depende de muchos factores. Parece que los más importantes son: la personalidad, actitudes y capacidades de la persona, su horizonte vital y profesional, que determinan los principios y valores, que orientan las decisiones y facilitan las motivaciones de las actividades que se realizan. La experiencia personal, de amigos y de alumnos a los que he tratado de ayudar como profesor, me sugieren algunos consejos para evitar las situaciones de agobio: aceptar con humildad nuestras limitaciones y los resultados que no deseamos. Organizar el día de acuerdo con un horario en el que se distribuyan las diferentes actividades con un orden de prioridades. Por ejemplo, concretar el tiempo que dedicaremos al estudio o trabajo, al descanso, las horas de sueño, las relaciones con la familia, amigos, etc. El autoconocimiento y concretar la lucha por la mejora personal en objetivos asequibles, con realismo y de manera positiva. Aprender a descansar, pedir consejo a quien nos puede comprender y nos valora. En su caso, considerar la conveniencia de acudir al médico o a un psicólogo.

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