El referéndum que se celebra hoy en Italia no solo afecta a los asuntos internos de ese país, sino que, como casi todo lo que acontece en la Europa entrelazada, puede desencadenar importantes consecuencias en la definición de nuestro común futuro. Tras el Brexit, la desestabilización de otro Estado nuclear de la UE añadiría incertidumbre a un horizonte ya de por sí lo suficientemente brumoso.

Y miren que lo que se pregunta, aunque complejo, no se diría tan trascendente: de lo que se trata es de saber si los italianos están a favor o en contra de una reforma parcial de la Constitución de 1947, consistente en reducir el número de senadores -de 315 a 100- y las competencias del Senado, que perdería su función legislativa y pasaría a ser una Cámara territorial. Con ello, se persigue acabar con el bicameralismo perfecto italiano -ahora las leyes, para ser aprobadas, necesitan la mayoría del Congreso y del Senado-, históricamente causante de una endémica debilidad de sus sucesivos gobiernos (llevan 63 en los últimos 70 años). Junto a eso, también se interroga al pueblo sobre si se quitan poderes a las regiones (energía, turismo, transportes, entre otros), así como si se aumenta el quórum en la elección del presidente de la República

Esta es la apuesta de un Renzi que, además, en un clamoroso error que convierte el referéndum en plebiscito, ha vinculado su continuidad a la decisión final que salga de las urnas.

Precisamente porque lo que se propone potenciaría el gobierno central frente a las actuales regiones, reforzaría la posibilidad de liderazgos fuertes y aminoraría el riesgo de aventuras extravagantes, no son pocos los que se han posicionado en contra: amplios sectores de la derecha, la Liga del Norte, el populismo encabezado por Grillo y gran parte de la izquierda, cada cual por sus razones, hacen furibunda campaña por el no.

Si el referéndum se pierde, el panorama se complica: las elecciones se adelantarán a 2017, aumentarán las opciones de triunfo del Movimiento 5 Estrellas de Grillo, pasará a primerísimo plano la cuestión de la permanencia de Italia en la UE y la economía de la nación, en estos momentos gravemente herida, entrará en franca recesión.

Ninguno de esos efectos no es ajeno. Dice el The Wall Street Journal que la ocasión es todavía más crucial que el propio Brexit. Siendo así, ojalá que Italia acierte. Por su bien y, cosas de la interacción, egoístamente también por el nuestro.

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