Federico Navarro Sarabia

El viejo Febeire

Opinión

Desde el título hasta el apóstrofe último son claramente el resultado, como dice el señor Ruz, de una noche entre cochinos

30 de marzo 2023 - 01:46

Con sumo interés leí el artículo titulado de El viejo Febeire, Un pecadito en las nubes, publicado en este periódico con fecha 26 de marzo. No he podido resistirme a hacer algún comentario dado que en tal escrito se hace mención con cierta ligereza de personas de mi familia, desgraciadamente ya desaparecidas. Y es por ese estado de indefensión en el que se encuentran por lo que me permito asumir un papel de defensor que a buen seguro ellas no me permitirían porque nunca lo necesitaron.

Nací en la primavera de hace ya casi 73 años y tres meses mas tarde me llevaron -qué otro remedio podía yo tener- al viejo Febeire. Mas adelante y cada año allí nos reuníamos mis padres, hermanos, tíos y primos en torno a la matriarcal figura de Julia, Doña Julia para todos cuantos la conocieron. Y así aprendí a querer aquella tierra, dura, de infinitos horizontes y colores, de gentes buenas, cuidada con extremado amor por aquella señora que plantó los almendrales que el tiempo y el descuido fueron quemando. Viuda desde los 27 y allí autoenterrada, aunque nunca desterrada -es conveniente ser preciso en el lenguaje-, llorando su desgracia y cuidando de su hijo, madre y tías. Alguna vez comentó "cuando yo falte y queráis verme de nuevo, mirad esos almendros. Cada uno de ellos lleva mucho amor en sus raíces". Esa fue su vida y parte de su verdad. Hablé con ella mucho, en Febeire y en Almería, y me legó sus álbumes de fotografías, sus escritos, sus versos y el testimonio de su gran dolor.

Tristemente a mis 26 años hubimos de enajenar nuestro querido Febeire. Quise siempre recuperarlo pero mi vida profesional y otras circunstancias que no vienen al caso me lo impidieron, a mí y a mis hermanos. Bien lo sabe Joaquín, su actual propietario.

El chascarrillo, escrito con el recuerdo tal vez velado por la bebida, mala consejera para la memoria, recoge imprecisiones y verdades a medias y alguna sugerencia que por infame he de suponer es tan solo un recurso literario mas que un tributo a la dura verdad que vivió mi abuela y toda su familia. Mas le valiera al autor haberse informado en mejores fuentes. Desde el título hasta el apóstrofe último son claramente el resultado, como dice el señor Ruz, de una noche entre cochinos.

stats