Tribuna

jOSÉ mARÍA mARTÍNEZ DE hARO

Escritor y periodista

Electoralismo

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Lasperspectivas globales son poco alentadoras. La situación económica en los países desarrollados singularmente en España es preocupante; la crisis energética, la carestía de los precios, la guerra en Ucrania y otros factores negativos castigan los mercados y hunden las cotizaciones bursátiles. Ni un solo indicio positivo anima este incipiente otoño ni el próximo invierno. En este panorama se anuncian en España elecciones municipales y autonómicas para 2023 y algo más tarde elecciones generales. Equipos de asesores de los principales partidos, PSOE y PP han comenzado a diseñar estrategias y políticas que orienten la opinión pública a la hora de votar. Nada extraño por otra parte que el electoralismo se haga presente disfrazado de tantas versiones como oportunidades se ofrezcan. Aquí y ahora parece evidente que el PP en la oposición al Gobierno, se ha adelantado al PSOE que gobierna en coalición con partidos de la izquierda radical y populista. Y ha sido el PP quien ha tomado la iniciativa de aplicar unas políticas para bajada de impuestos referidos en este caso a la exención del impuesto sobre el patrimonio en Andalucía siguiendo el modelo iniciado por la presidenta de la Comunidad de Madrid. Días más tarde, el presidente de Murcia anuncia la rebaja del 4,1% en el IRPF. Finalmente el presidente de Galicia también se suma a otra rebaja con el 50% de bonificación. Habrá que señalar que en todas estas CCAA el PP gobierna con mayorías absolutas. Hay dudas sobre la eficacia cierta para las arcas públicas de estas medidas fiscales de raíz claramente liberal. Pero las reacciones del Gobierno han sido inmediatas en el frente político descalificando la supresión de impuesto de patrimonio alegando que esto "favorece solo a los ricos". Pero el gol estaba dentro de la portería y era de esperar alguna reacción más práctica. Efectivamente, la ministra de hacienda anunciaba que se tomarían medidas para gravar con un impuesto especial a los más ricos. Vuelve el siglo XIX a la política española, ricos y pobres, como una eterna ecuación que habría de soportar tantas maniobras de escasos resultados para el conjunto de los españoles. Tanto el PP como el PSOE se aplican en medidas efectistas en lugar de abordar unas reformas estructurales que pudieran resolver los problemas de fondo que arrastra la economía española desde hace muchos años, en concreto desde la crisis de 2008. La supresión o bonificación del impuesto sobre el patrimonio podrá ser analizada en su versión política, pero a pesar de la polémica mediática lo cierto es que la supresión de este impuesto va a tener un impacto marginal en las cuentas púbicas ya que este tributo apenas supone el 0,6% de la recaudación total de esta Comunidad andaluza. Y algo similar ocurre en Madrid o Galicia. La contramedida del PSOE acorralado por el debate suscitado con este motivo, consiste en un nuevo impuesto a los más ricos, sin determinar hasta el momento como se clasifican fiscalmente "los más ricos". Según la estadística recaudatoria de 2020 el nuevo impuesto gravaría apenas 11.113 personas físicas o sociedades, el 0,5% del total de contribuyentes españoles que suman 21.638.795. Admite además la ministra del riesgo que este impuesto se pueda considerar como "doble imposición" lo que anuncia una batalla jurídica y en cualquier caso, la fuga de capitales y grandes fortunas hacia otros países de la UE. Todo esto indica precipitación y poca efectividad para abordar lo que realmente interesa a la economía española. Desde hace años el populismo de izquierdas se ha instalado en España logrando alcanzar la categoría de gobierno y tofo apunta que en aspectos concretos ha contagiado otras ideologías conservadoras y radicales .Leo con atención analistas y economistas de reconocida solvencia, nada de esto contribuye al fortalecimiento de la economía española y según opinan se trata de parches ocasionales que no surten otro efecto que el guiar a un sector de la opinión pública a las urnas. Y ese es el problema que nos afecta a todos por igual. Estamos en una de las peores situaciones posibles para España y para el mundo. Nuestros políticos se afanan en medidas de escasa relevancia en tanto se acumulan los problemas de fondo que aquejan a la economía española. Ni el PSOE desde su supuesta ideología socialdemócrata, ni el PP desde una supuesta posición liberal están respondiendo a la altura que requiere en esta situación. Menos aún los grupos de ultra izquierda o ultra derecha, nacionalistas o independentistas, todos de cortas miras cuando se trata de fortalecer el Estado. Los resultados de estas carencias ya se hacen notar en la sociedad, en las empresas y en el entorno familiar creando incertidumbres e incluso miedo. Miedo al presente y al futuro que nadie parece dispuesto a afrontar en toda su dimensión. Se trata al parecer de ganar las próximas elecciones y a este objetivo emplean menguadas energías políticas los partidos que gobiernan el Estado y las Autonomía limitados todos a las consignas partidistas y a la supervivencia de sus dirigentes y aspirantes. Parece ser el sino de España, ya ocurrió en ocasiones cuando la razón y el pensamiento iluminaban Europa y el mundo. Cuando se avanzaba hacia un desarrollo propiciado por la revolución industrial. Cuando las potencias europeas se esforzaban por la modernidad y la economía avanzaba a la par que los derechos sociales. Como ejemplo histórico las políticas de Bismark en Alemania del siglo XIX que dieron pie al Estado del Bienestar. Nada de esto ocurrió en España, los enfrentamientos incluso con el precio de unas guerras internas lastraron este país durante siglo y medio. Los políticos de entonces no fueron capaces de entender las claves del progreso. Y como siempre estuvieron afanados en los beneficios electoralistas en el turnismo partidista que viene sucediéndose desde la restauración borbónica en el siglo XIX son paréntesis excepcionales. Algo cambió en los inicios de la transición con episodios de alta tensión social y política por los índices alarmantes de la economía, ello provocó algunas dimisiones importantes y relevos de gobierno. Los llamados Pactos de la Moncloa impulsados por el que fuera ministro de Economía, Enrique Fuentes Quintana (UCD) fueron concertados y suscritos por UCD, AP, PSOE, PCE y otros partidos políticos que actuaron conjuntamente en una política de Estado que efectivamente fue capaz de corregir el rumbo de las cuentas públicas. Aquel entendimiento partidista es denostado por una izquierda adanista y cortoplacista que tras veinte años de gobierno en España ha sido incapaz de elevar la elemental educación cívica y democrática como fundamentos de una sociedad crítica. Ahora como antes la sociedad española asiste como espectadora a su propio derrumbe económico y social, mientras se vislumbra el precipicio. Tal vez consuele a los beneficiarios directos que se haya suprimido en algunas regiones el impuesto al patrimonio o el nuevo impuesto que gravará a los" más ricos." Triste consuelo y triste destino.

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