Navegando entre la leyenda, la superstición y la religión católica; y siempre, con sospechas ante evidencias incontestables, nos remontamos a los años 30, con las muertes inesperadas de los personajes que intervinieron en el descubrimiento de la tumba del faraón Tutankamón, concebida como profanación por algunos, al ser el descubrimiento, producto de estudios y trabajos de investigación subvencionados con un fin determinado, estando el hallazgo seguido de la muerte de muchos de los presentes en la apertura de la cámara real, comenzando por el mecenas de Howard Carter, Lord Carnavon, a quienes siguieron en poco tiempo, Arthur Mace (arqueólogo), Aubrey Herbert (Hermano de Carnavon), Sir Archibald Douglas (Radiólogo), George Jay (Financiero) y Richard Bethell (Secretario de Carter) y unas 20 personas más. Sir Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes) cuya esposa era médium y espiritista, declaro creer en la maldición de que un hongo mortal había crecido en la tumba y se libero al entrar en contacto con el aire; y, aunque no hizo a Sherlock Holmes intervenir en la investigación, si que dio pavor a la idea de que los siervos del faraón, introdujeron el moho tóxico en la tumba con la intención de castigar a los profanadores. Cuando hace poco se produjo en España lo que para los católicos es la profanación de la tumba del anterior jefe del Estado, idea que se apoya en la libertad de pensamiento que está al margen de las leyes de conveniencia política y su obligación se reduce al acatamiento, jamás a la aceptación personal; unido a que, para muchos españoles, abrir la tumba de una persona, sin motivo y sin la autorización de la familia, merece tal catalogación (mucho ha callado de forma dolosa y vergonzosa, la Iglesia Católica). España, aun católica, siempre ha creído en los gafes y en las influencias de seres malignos en los avenires de su historia; de ahí que la asignación de gafe a ciertos individuos, ha abundado en la superchería de la España profunda. Quizá uno de los gafes más famosos sea Amadeo de Saboya de quien se llagó a decir que a quien invitaba a un acontecimiento, le entraban los temblores de la muerte; y no era para menos, pues el día de contrajo matrimonio varios testigos del acto se suicidaron, uno de ellos, nada más acabar la ceremonia, se pegó un tiro en la sien. El cochero que le trajo a España, murió al caer el carruaje que conducía por un barranco; tras ser nombrado Rey por el General Prim y presentarse en la Cortes para ser proclamado, se encontró con que Prim había sido asesinado; y su reinado, fue tan efímero que renunció abandonando España; y en vida, no volvió jamás. En un diario republicano de la época, se llegó a publicar que a un político al que había llamado a consulta, le vieron salir del despacho de un famoso notario madrileño tras hacer testamento y dirigirse rápidamente a la Catedral de la Almudena, aprovechando su cercanía con el Palacio Real. Famoso lo de Luis Yáñez, presidente de la sociedad 5º centenario llegando al culmen de su fama cuando la réplica de la nave Victoria – que dio la primera vuelta al mundo con Magallanes y Elcano – se hundió en Isla Cristina en el momento de su botadura, con la presencia de Yáñez y con la tragicómica imagen del pobre Curro (Mascota de la Expo, a quien hubo que rescatar entre risas y lamentos) saltando y pidiendo socorro a gritos mientras se hundía la réplica de la Victoria. ¡Zapatero! quien al político que apoya, pierde las elecciones, siendo una de las pocas esperanzas que nos quedan a los españoles para el 2027. Y ahora, nuestro presidente, a quien voces y plumas han aplicado la maldición de tal profanación, asociando la cadena de catástrofes que están sucediéndose en España con la existencia de un gafe, asignado a su persona; pues, desde 2018, solo catástrofes nos han venido. Con el COVID, 140 mil muertos; con la DANA 240, cuatro o cinco con los incendios y 400 mil Ha quemadas con una hecatombe del ganado; el apagón del 28 de abril fue de época; ¿Viajar en ferrocarril? ¡Emocionante! ¿Corrupción? ¡A raudales! ¿Pateras? ¡A go gó! ¿Quieren más? No soy supersticioso, pero sinceramente, me acoge una duda. ¿A Vds. nó?
