Este 24 de diciembre de 2025, leí en la prensa la decisión de personajes históricos del PSOE que llevaron al partido a los 202 diputados, de iniciar un debate contra la política populista que abandera Sánchez y que, si no se evita a tiempo, el partido, sumido en la ultraizquierda, va camino de la inanidad y directo a la desaparición como fuerza política influyente. Evidencia palpable de lo que acontece a un partido que, tal y como aconteciera en los años treinta, sus dirigentes, con el Sr. Sánchez a la cabeza le han llevado a un extremismo impropio del sigo XXI, así como a un laicismo antinatural e innecesario que, además, no contempla la Constitución de la nación más católica del mundo. Desgraciadamente, el PSOE, en su alianza con comunistas, nacionalistas e independentistas, herederos del terrorismo en su mayoría, ha olvidado que esos pactos, hace menos de un siglo, nos llevaron al mayor desastre de nuestra historia. La política del gobierno del Sr. Sánchez, buscando el poder a cualquier precio, pactando con los enemigos declarados de España, después de haber prometido a los españoles – especialmente a los que le votaron – lo contrario de cuanto ha perpetrado en estos siete años, ha colocado al PSOE en un callejón sin salida. En su huida hacia adelante, este gobierno, creyó que se podía ir contra el pensamiento y las creencias de la mayoría de los españoles, insultándolos al llamarlos fascistas o amenazándolos promulgando unas leyes que son, como toda ley de los hombres, temporales y las más de las veces, oportunistas e interesadas en el bien personal y no en el bien común. ¡Craso error! Pues, como dijera Henry David Thoreau: “El pensamiento es tan libre como una mariposa, como un pájaro, como las nubes, como la lluvia, como el viento, como el Sol. Y se posa allí donde quiere. El politburó socialcomunista, aceptando las exigencias del independentismo, ha ignorado que la democracia exige que toda ley, ha de ser creada de forma objetiva para la mayoría, garantizando con ello su supervivencia; y nunca de forma subjetiva ni política creada ad hoc para unos cuantos, pues las leyes en democracia, de la misma forma que se crean se derogan, aunque el daño que la irresponsabilidad pueda causar, ya no tendrá remedio; y su huella, será imperecedera. La megalomanía de nuestro presidente, producto de su soberbia, le ha hecho ignorar la frase lapidaria de Abraham Lincoln: “Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.” Afortunadamente, en el siglo XXI, nadie puede dominar al mundo; y aunque a algunos les gustaría que el mundo fuese como un garbanzo y aunque al tenerlo en su mano y apretarlo, aún le molestara su dureza, este gobierno tiene que reconocer que ha perdido la batalla en su errática concepción de España; los españoles – omito lo de las españolas pues el gentilicio, cuando se refiere a un todo, es neutro y tradicionalmente usado en castellano - no siendo mejores ni peores que otros países de Europa, somos la nación más vieja del mundo; y eso, cuando menos, merece un respeto que este gobierno nos ha negado, al intentar cambiar la historia de una forma mendaz e irreverente, alimentando los rencores que un nefasto predecesor del socialismo actual, llamado José Luis Rodriguez Zapatero, introdujo de nuevo en el alma de los ignorantes de la realidad histórica que, con grandes sacrificios, habíamos logrado en España. Unos ignorantes que no vieron la intención profunda y sibilina que conllevaba salvar a un terrorismo ya enfermo terminal y en sus últimos momentos, evitando así su derrota definitiva. Intención que, como se ha visto con claridad, no era otra que conseguir su apoyo en un futuro que él, sabía cercano; y para ello, inició – y el gobierno actual ha ratificado - la pretensión de borrar y reescribir, cuarenta años de historia que habían logrado transformar un país arruinado, abandonado en Europa y lleno de hambre y de pobreza, en la décima potencia económica del mundo. Y eso, afortunadamente es ¡¡Imposible!! De ahí que pensemos algunos que la luz que se ha encendido en Extremadura, pueda iluminar toda España, si la derecha se olvida de la estupidez del centro, inventada por cuatro filósofos de secano pensando en España y no en el partido. El centro ni existe ni puede existir, pues el espectro que lo determina, es tan estrecho que apenas tropieza, roza el abismo en una u otra dirección y la caída es inminente.