Hace mucho tiempo, cuando yo empezaba a tomarme en serio la filosofía – para entender lo que era esa asignatura, es necesario estar cerca de la madurez -, llegué a una conclusión: “Entre cínicos e hipócritas, la verdad es una utopía imposible”. Mas con el paso del tiempo, he observado con sorpresa que, la verdad y la mentira, dependen, si no en su naturaleza, sí en cuanto a su valoración – del rechazo o aceptación que manifiestan quienes, al escucharlas, han de valorarlas. Cuando allá por el siglo IV a.C. Antístenes, discípulo aventajado de Sócrates fundó la escuela de los cínicos, sus discípulos, se caracterizaban por su total sencillez y austeridad, con desprecio de las riquezas materiales, considerándose autosuficientes para alcanzar la felicidad. Sin duda, su miembro más famoso fue Diógenes de Sínope, personaje que vivía semidesnudo en un barril de los de madera y con el convencimiento de que el hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. No obstante, la cultura grecorromana, no consideró al cinismo como escuela, sino como doctrina filosófica, llamándoles cínicos, denominación, derivada del griego Kion, aplicada al perro por su estilo de vida. La opinión acerca de los cínicos se fue degradando, aplicándose tal denominación, a los descarados impúdicos, desvergonzados al mentir sin recato y ser culpables de vituperio a causa de deshonra. La R.A.E. lo definió como: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”, quizá cometiendo un error por defecto en la aplicación del término, pues si en su origen, la doctrina cínica preconizaba la sencillez y austeridad, con desprecio de las riquezas materiales de sus miembros, tal creencia había quedado olvidada por las sociedades modernas, al igual que en política, por la izquierda, donde tal cuestión no alcanza a los dirigentes actuales. De ahí que la grandeza del léxico de la Lengua Castellana, aceptara – aunque doy mi palabra de que los griegos, no pensaron jamás en nuestro presidente - la palabra hipócrita, del griego “hipokrités”, palabra abundante en las páginas del teatro griego, que significa actor; y la RAE, la aplicó a un sinónimo de: falso, impostor, embustero y fariseo. Esta semana, nuestro presidente que D.G. emulando a su homónimo San Pedro, ha negado- no sé si una o más veces - a su otrora trampolín político José Luis Ávalos, aseverando en TVE que “ a nivel personal , Avalos era un gran desconocido para él, … “. Falsedad palpable y descarada, aun a sabiendas de que su mendacidad solo está admitida por el coro de aduladores y pelotas que comen y beben de su mano, ya que las declaraciones de los implicados son contradictorias y verdaderas, sentenciando que el cinismo del Sr. Sánchez, no es banal sino personal e intransferible. Por otro lado, la hipocresía, tampoco le es ajena al presidente, ni al PSOE, ni a la corte de anélidos que le apoya, todos traidores a España y pelotas interesados en su destrucción, colaborando y ayudando a esquilmar este país que tanto trabajo y sacrificios costó levantar. Aprobando leyes que, cuando ven que su denuncia puede afectar a la provisión de heno en el pesebre contemplan nubes; recientemente, el PSOE, la encarnación misma del feminismo, según ellos, miró para otro lado, ante la denuncia de una concejala socialista en Ferraz, la caldera donde se cuecen todas las quimeras del socialismo, contra el secretario general de su partido en Torremolinos, un tal Antonio Navarro; y aún más hipocresía, cuando varias mujeres denunciaron, también por acoso sexual a Francisco Salazar, político sevillano, exalto cargo de Moncloa y mano derecha – esta dicen que es la 4ª – de Pedro Sánchez, que cobraba como miembro de la cúpula sociata, la “exigua” cifra de 6.700 € mensuales, cantidad que estuvo percibiendo – ¡En blanco! – hasta julio del 25 en que se hicieron públicas las denuncias de acoso sexual contra él. Cada vez está más claro el por qué de la chapuza de Ley del Sí es Si; había que prever el futuro, pues, los mentores y culivotantes de la ley conocían el “paño”. Y ahora, como en los capítulos que se vendían en cuadernillos en los años cincuenta, esperamos los próximos de “Plus Ultra”, una novela de altos vuelos en la que se han forrado hasta los que se quedaron en tierra; y otra más interesante, “Un amor épico, en la financiación con chistorras del PSOE”, otro vodevil de altura.