Esa película, estrenada recientemente en la que se trata a Cervantes, uno de los personajes más gloriosos de la historia de España, como de homosexual, consentido, cuando existen innumerables pruebas de que eso es una burda mentira, es una auténtica porquería, que no se permitiría de ningún modo hacerla a un director de cine español acerca de uno cualquiera de los muchos homosexuales de la izquierda que están aprovechándose de la idiocia de este momento político y del sectarismo de este gobierno que está condicionando el diccionario de la lengua española a los intereses de sus seguidores. Aunque no esté al alcance de las víctimas de la LOGSE, voy a dejar caer unos nombres que si tienen interés en aprender, les serán muy útiles, me refiero a Ana de Villafranca, y la hija de ésta con el genial escritor, llamada Isabel de Saavedra; Catalina de Palacios, esposa de Cervantes y uno o dos hijos naturales que se le achacan durante su vida en Toledo; después de esto, relacionarle con el asqueroso que aparece en la película como bajá de Argel, es una ofensa a la inteligencia, aprovechándose de la nescencia e ignorancia forzadas con unas leyes de enseñanza que facilitan la ignorancia. Se está llegando al dislate de que ser homosexual, es un mérito digno de encomio; y no es así. Ser homosexual es solo una tendencia que dentro de la libertad del hombre le asiste como derecho, pero nada más, cada uno que sea lo que quiera, pero no busquen ejemplaridad donde ni la hay ni tiene por qué haberla. Para no andarme con rodeos, asevero que, para mí, la película es una mierda, y se está ofendiendo la memoria – esta sí que histórica – de un grande de nuestras letras que, además, no puede defenderse; y con este bodrio, se manchan su historia y su memoria; escritores homosexuales, ha habido, hay y habrá, pero eso – siguiendo la doctrina del Tribunal Supremo – no autoriza a tratarlos de forma ofensiva como se hace en la película, aunque ya estén muertos. Estaremos de acuerdo en que no se puede llamar maricón a ningún homosexual, dado el carácter peyorativo que tal denominación conlleva en algunos de los casos, no todos; ahora bien, alguien me puede explicar si el trato que se da a Miguel de Cervantes en la película no es un menosprecio histórico y ofensivo para su memoria; o, por el contrario, hay quien piensa que el trato que se da al escritor que en esa porquería de film es de alabanza. Y lo más triste es que se trata de cine subvencionado malgastando el dinero de todos los españoles en semejante inmundicia. No olvidemos que el castellano es una lengua tan rica que siempre hay que matizar y analizar sus vocablos o los giros que tales admiten pues, si decirle públicamente maricón a un homosexual, es delito, tratarle de tal sin serlo y no habiendo pruebas de ello es igualmente ofensivo, pues se le está diciendo lo mismo solo que aprovechándose de la licencia que tiene la izquierda en España que tiene bula y nunca ofende, porque al parecer, en este país, los homosexuales no pueden ofender. Ya que, según parece, incluso los tribunales, se olvidan de que hay personas a las que tratarles de homosexual sin serlo es también ofensivo y además motivo de desprestigio social, según el ambiente en el que se desenvuelve, creándole problemas en su círculo de amistades e incluso con su pareja; pero en esos casos, ¡Oh, misterio! la fiscalía nunca actúa de oficio. Estamos llegando a un callejón sin salida en el que llamar a alguien fascista o nazi, no es ofensivo, si lo dice la izquierda, cuando el término tiene una carga ofensiva muy superior a la de maricón, pues quien la pronuncia, sabe que está acusando a la vez de criminal, asesino, violento, dictador y muchas cosas más; en cambio, eso lo dicen a diario hasta miembros del gobierno, y se oye frecuentemente en el Congreso; ¡Y no pasa nada! ¿Y eso, no es un delito de odio? Me gustaría saber lo que piensa el Tribunal Supremo del trato que se da en esa porquería al Príncipe de los Ingenios, autor de la obra literaria más importante de todos los tiempos. Pero eso, en la España de hoy, no importa a nadie. De todas formas, Gonzalo Ramal, ya dejó claro el pensar de muchos al decir: “Cuando nací el gay era prohibido, luego aceptado y escondido, luego aceptado y abierto, hoy orgullo, espero morir antes que sea obligatoria”. Stultitia fructus ignorantiae est”.