LaLiga 1|2|3

El síndrome Almería (2-1)

  • Como todo el mundo presuponía, otro ex comanda la remontada ante un Almería que se queda sin pilas

  • El trabajo estaba siendo impecable hasta dos errores individuales garrafales

El osasunista Aridane se impone por alto.

El osasunista Aridane se impone por alto. / Iñaki Portu

Dícese de aquel mal que ataca a la especia homo UDA. Su sintomatología es clara y no deja lugar a duda: cada partido en el que se enfrenta ante uno de sus ex los convierte en internacionales. Contra ello, de momento no hay un tratamiento prescrito, por lo que cada encuentro se convierte en una gozada para los futbolistas que la temporada anterior vistieron de rojiblanco.

No se trata de una enfermedad pasajera, sino que hay casos ya datados hace más de una década. Por ejemplo, el almeriense Raúl Sánchez se reencontró con el gol una vuelta después a los 120 segundos de comenzar un Salamanca-Almería en El Helmántico. Quizás su cepa más virulenta se está desarrollando en los últimos tiempos, con un equipo debilitado, con anticuerpos de segunda. Así, Chuli hizo un doblete con el Getafe, Diamanka se marcó una jugada a lo Laudrup y Quique logró el gol que comenzaba la remontada y ponía el centro que la completaba. Lo normal es que el vallisoletano hiciera esto, porque cuando vestía la almeriense, lo hacía. Pero es más frustrante todavía ya que esta temporada no se había estrenado y, encima, marca sin merecimientos reales.

Sin ser un vademecum, a grandes rasgos en esto consiste el síndrome que aletarga a un equipo que vuelve a quedarse con dos palmos de narices. Muchos gestos de perdón y tal, que posiblemente enfaden más al aficionado que lo consuelen, y lo único cierto es que los ex están quitando más puntos que los que dieron en su momento. Ayer se paladeó la victoria durante gran parte del partido, hasta que se encendió el piloto que indicaba que la batería fallaba.

Las fuerzas no le duraron al Almería los 90 minutos. Por eso no se llevó ayer los tres puntos. Por eso y porque fue incapaz de inquietar la meta de Manu Herrera en toda la segunda parte. La primera fue impecable, con los rojiblancos anticipándose en todos y cada uno de los balones que iban hacia los puntas locales, y haciendo daño a la contra. Después del inicio esperado, con los rojillos colgando balones y rematando como si no hubiera un mañana, las paradas de René tranquilizaron a un equipo que se iba haciendo con el tiempo del partido. No tenía el control, pero sí se jugaba a lo que él quería. El balón no volaba, se raseaba, lo que estaba desconectando a los locales. Tan a gusto estaba el Almería sobre el césped, que iba a aprovechar una jugada más típica de Osasuna, con un centro al área y un rechace, para adelantarse por mediación de Fidel.

El partido no podía estar mejor, era lo deseado y ensayado a lo largo de la toda la semana por Ramis. Sin embargo, el fútbol del norte no es táctica y pizarra. En El Sadar el fútbol vuelve a sus orígenes, vuelve a ser un deporte de garra y constancia en el que la única estrategia es el patapún p'arriba que tanto le gusta a Javier Clemente. Así se iba a perder el Almería. Ni tan siquiera dudó entre encerrarse o ir a por el segundo, directamente se metió en su área y lo que iba a favorecer el desarrollo del síndrome Almería.

Sólo dos fallos en noventa minutos, dos. Mira que ha habido partidos plagados de errores, que han pasado desapercibidos, y ayer dos iban a decantar un partido ganado a tesón por los locales y perdido por los de Ramis por falta de oxígeno, lo que desemboca en falta de ideas. El primero fallo fue uno de libro, de los que te cuestan cien flexiones en un entrenamiento. Fidel trata de darse la vuelta en la medular ante Fran Mérida y el balón acaba en los pies de Quique, que la pone en la escuadra. Sí, no vayan a decir que les sorprende. Quien crea que es simple casualidad, que esta noche se quede esperando a ver si el Ratoncito Pérez se le cuela debajo de la almohada.

Quedaban todavía veinte minutos y el ambiente iba a terminar de comerse a los rojiblancos. La derrota se intuía, al equipo le afectó mucho el empate y sobre todo cómo se produjo. El 2-1 podía haber caído de cualquier forma, pero es sobre todo doloroso que llegara después de un balón que se le escapa a René. Gajes del oficio. Decir que el resultado es injusto es faltar a la verdad, no es injusto que gane un equipo que marca dos goles a otro que sólo hace uno. Lo que sí es cierto es que el Almería está pecando de falta de mordiente en cuanto se pone por delante.

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