Cambio de sentido
Carmen Camacho
Plácido
CUANDO llegaba la Feria siempre pensaba en dos cosas: los cacharricos en los que iba a subirme ese año y en ir a pescar con mi primo Salvador, que por esas fechas siempre venía desde Barcelona a pasar unos días a su tierra natal. La Feria ha cambiado mucho desde entonces. Y también nosotros, claro está. Aún tengo recuerdos de cuando las atracciones y las casetas estaban en el Puerto y mis padres me vestían al más puro estilo Marianico el Corto y a mis hermanas con unos llamativos trajes de gitana. Ya cada vez se ven menos esas estampas. La Feria ha perdido su esencia con el paso de los años. Ahora, con más tres décadas en el cuerpo, no me interesan los coches de choque ni la noria, para qué nos vamos a engañar, pero el regreso de mi primo me sigue ilusionando al igual que cuando era un niño. Esta semana está por Almería, con su querida Sita y sus dos pequeños, a los que en un futuro les enseñará una de las cosas que más le ha gustado desde que era crío, la pesca. Ese arte que se heredaba de abuelos o de padres. En nuestra infancia, cuando aterrizaba por estas tierras, de las que se fue siendo prácticamente un bebé, Salva y yo siempre preparábamos nuestros equipos para probar suerte desde los espigones de El Zapillo o, si a alguien le apetecía llevarnos, desde el Camino del Faro de Poniente. En esos tiempos las buenas cañas para pescar no eran tan accesibles, así que íbamos a una tienda en la Avenida Cabo de Gata que se llamaba Bazar Canarias y nos comprábamos, creo que por unas 300 pesetas, una de esas cañas (de caña de verdad) que iban en tres partes y que prácticamente eran de usar y tirar, porque su calidad era pésima. De hecho, en una ocasión vi como un pescado como mi meñique picó mi anzuelo y con dos tirones que pegó se llevo dos de las tres partes de la caña. Una tragedia, pero el año siguiente volvías a comprarte otra. Mi primo y yo volvimos a nuestra infancia anoche desde la orilla zapillera. Así disfrutamos, con poco, con lo que nos brinda el entorno de una ciudad en la que ahora los críos le dan la espalda al mar para cazar Pokémon.
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