Castañas para el frío invierno en Almería
El cultivo de castaños es una de las tradiciones agrícolas de la provincia de Almería entre octubre y noviembre para disfrutar de ellas cuando bajan las temperaturas
El Ifapa imparte un taller de productos elaborados con higo para dinamizar este cultivo en la Alpujarra
“Cuando pedí las plantas me dijeron que para Almería no me las vendían”, confiesa Francisco Sánchez, un agricultor que hace más de dos décadas dejó el mar para trasladarse a la montaña, y que desde entonces cuida y recolecta sus castaños en un finca ubicada en la sierra de Paterna del Río.
En puntos altos de la provincia de Almería, especialmente en la Alpujarra Almeriense, donde las temperaturas invernales caen lo suficiente durante meses como para cumplir ese requisito fisiológico del árbol, se conserva esta tradición agrícola menos conocida: el cultivo del castaño y la producción de castañas.
“Por ahí fuera se piensa que la provincia es solo el Cabo de Gata”, apunta mientras varea los árboles situados a más de 1.800 metros de altitud sobre el nivel del mar, rodeado de un paisaje montañoso en el que se llegan a alcanzar los 18 grados bajo cero.
Las castañas, van cayendo al suelo, donde le esperan las manos de Ana, Trini y Antonio, que protegidas por guantes pero con mucha destreza van abriendo los erizos para sacar el fruto, el cuál depositan en un cubo para después aglutinarlas todas en sacos de hasta 40 kilos. Con ayuda de una piedra, van golpeando suavemente los erizos que no están abiertos, aunque por lo general, ellos mismos abren una vez la fruta está madura.
La clave para la cosecha de los veinticinco árboles plantados en este paraje no es otra que “darle a las manos”. Una vez con las castañas en el suelo tras una sacudida a mano, hay que cogerlas rápido para que no se mojen con la lluvia o la escarcha, lo que podría suponer que se embarrasen e incluso que llegaran a pudrirse.
La campaña de recolecta comienza a mediados de octubre y termina en noviembre, pero cuando realmente cobran protagonismo estos frutos son en pleno invierno, una época del año en la que no pueden faltar la castaña asada o cruda como uno de los manjares más sanos y exquisitos cuando llega el frío.
En total, más de 700 kilos de castañas son las que ha recogido y distribuido este agricultor por la zona, la mayoría encargos previos por el buen saber de un producto de calidad y con calibre inmejorable. “Yo lo que le digo siempre al cliente es que si le sale una con gusano y me la trae que le regalo todas las del año siguiente”, comenta Francisco, seguro de las excelentes condiciones de su producto. Todavía no ha vuelto nadie.
Calidad, calibre y un color marrón brillante que hace que su frescura salte a la vista. “El resto de castañas tienen muchos tabiques y hay que partirlas en muchos trozos para poder comerlas mientras que estas se pelan prácticamente solas”.
La Avispilla China podría suponer el fin del castaño en un futuro
Es una de las plagas que puede suponer el fin del castaño en un futuro no muy lejano. El insecto puede llegar a poner hasta 150 huevos que se transforman en una especie de avispero donde se forma la larva que nace en el mes de marzo y seca las hojas del árbol mermando la producción. Por el momento, no existen tratamientos eficaces, sólo tratamientos biológicos basados en la suelta del parásito Torymus sinensis, que han mostrado eficacia y han dejado un mensaje claro: la conservación del castaño exige actuación coordinada y constante. El problema, el precio, hasta 180 euros por hectárea para la aplicación de esta lucha biológica. La suelta se realiza en el mes de abril, una vez la lava ha nacido para intentar acabar con el insecto en su pleno periodo de reproducción, el más dañino para la planta. “Es algo que me preocupa porque estoy con mi ilusión para que venga ahora un bicho y me deje sin castaños”, lamenta Francisco.
Sus castaños, vienen de Lugo, y se trata de una variedad diferente a la que se conocía antiguamente en la comarca. En Paterna, apenas quedan productores de castañas tras una inmigración masiva a las ciudades y un abandono generalizado que los ha llevado a secarse. Antes, se plantaban cerca de las acequias de riego, ribazos, y zonas de barranco, nunca en una finca. “El bancal daba más provecho sembrando patatas que con las castañas porque era un cultivo que no terminaba de ser rentable”, explica el agricultor. Hoy, el kilo de castañas se encuentra por encima de los cuatro euros.
Cada castaño necesita al año más de mil litros de agua, frío, y altitud, además de sus labrados de tierra. “No es un trabajo muy laborioso pero tienes que estar pendiente de cuidarlo durante todo el año y de que no le falte el agua”, apunta. Sin duda, requisitos que también se cumplen con creces en la provincia de la Huerta de Europa, a escasos kilómetros de donde se cultivan pimientos y tomates sostenibles, pero con unas condiciones completamente diferentes a las que se dan en otras zonas de la provincia.
“Yo no le vendo a usted castaños para que los ponga allí porque no se van a dar y va a ser un desprestigio para mí”, tuvo que escuchar este agricultor en sus inicios, que a día de hoy ha demostrado a quien la pronunció que la castaña es también un cultivo almeriense de calidad excepcional.
También te puede interesar
Lo último