Ganadería

Bienestar animal y energía solar como fundamentos de la sostenibilidad en una granja

  • María Rozas dirige una explotación avícola semi-intensiva donde produce huevos de alta calidad gracias al trato que le brinda a sus gallinas

  • Empezó en 2020, en un terreno propiedad de sus padres

María Rozas en la finca donde se halla la explotación.

María Rozas en la finca donde se halla la explotación.

En los tiempos presentes, el cliente rara vez se detiene a pensar en el origen de los alimentos que consume, sobre todo si son de origen animal. Así pues, si se trata de huevos, por ejemplo, quizás el consumidor se imaginará una granja que le recuerde a su infancia donde las gallinas paseaban libremente. Por otro lado, cabe la posibilidad de que también recreé en su mente la imagen de una nave masificada de estas aves cacareando sin parar. No obstante, existe un término medio a la hora de producir este alimento tan esencial de la dieta.

Este es el caso de María Rozas, quien dirige una explotación avícola semi intensiva en la localidad almeriense de Lúcar. Con un total de dos naves, la granja tiene capacidad para albergar 3.700 gallinas. Aunque a lo largo del año este número puede variar dada la necesidad de cambiar los animales cuyo rendimiento ha disminuido.

María Rozas estableció su explotación en 2020, mediante un proceso de mucho trabajo y esfuerzo. “Tenía el terreno de mis padres, lo compramos todo de segunda mano y nos encargamos de crear las instalaciones nosotros mismos, aunque con algunas excepciones”, cuenta. En cuanto a la lenta burocracia de la que se queja la mayoría de los ganaderos y agricultores, María Rozas cuenta que tuvo mucha suerte ya que la Oficina Comarcal Agraria de Albox le ayudó mucho a la hora de emprender su proyecto y también el hecho de que se estableciera como ganadera joven.

“Las gallinas se compran cuando tienen unos 16 o 18 meses, que es cuando se encuentran en su punto más álgido de puesta. Cuando nos las traen, las gallinas aprenden a poner los huevos donde les toca. Así cuando han madurado y han aprendido, se las empieza a sacar a la calle. Entonces, solo vuelven al corral para poner huevos, comer y dormir”, explica María Rozas.

"Lo compramos todo de segunda mano y nos encargamos de crear las instalaciones nosotros mismos", María Rozas

El trabajo en la granja comienza a las 9 de la mañana, cuando María Rozas llega al corral para alimentar a los animales, después sobre las 10 de la mañana abre las puertas de la nave para que las gallinas puedan corretear en libertad. A las 11 de la mañana comienza la recogida de huevos, seguido de un proceso de clasificación por peso y una comprobación de la calidad. Se trata de mirar a través del huevo con una luz para comprobar la cámara de aire del huevo, lo que indica si el huevo es fresco o no. Después, se pasa al envasado y finalmente al reparto.

Según cuenta la dueña de la explotación, este es un trabajo muy duro ya que no cuenta con días festivos. “Además, las gallinas son animales muy delicados y se estresan con mucha rapidez. Cualquier cambio de pienso, falta de horas de descanso o un corte de suministro de agua de unas horas hace que bajen la puesta y empiecen a pelearse entre ellas. Por eso, hay que estar muy pendiente de la explotación, para evitar cualquier tipo de percance de este tipo”, señala María Rozas.

"Las gallinas son animales muy delicados y se estresan con mucha rapidez", María Rozas

En la actualidad, María Rozas dispone de unas 2.200 gallinas, las cuales gracias al mimo que les proporciona la granjera son capaces de depositar aproximadamente 2.000 huevos diarios, de los cuales todos se destinan a la venta, y solo se deshechan unos cuantos debido a roturas en la cáscara o a que estén muy sucios- ya que un huevo no debe lavarse dada la porosidad de su cáscara-. De esta forma, la atención que le pone María Rozas a sus animales le ha servido para extender sus repartos desde el Valle del Almanzora y la costa almeriense hasta Baza.

El sector ganadero también ha sufrido la subida de los precios tanto a costes energéticos como piensos, a lo que se suma la contratación obligatoria de un veterinario para mantener el control sanitario tanto del animal como del producto. “Todos los meses el veterinario vista la granja, allí toma las muestras pertinentes, ya sea para evitar la salmonela o la gripe aviar”, explica. En cuanto al tema de las energías, la propietaria desde el inicio de la explotación instaló placas solares para dotar de electricidad a la granja para poder mantener encendidas los focos que proporcionan horas de luz a las gallinas. “La instalación eléctrica no llegaba a las naves, por lo que tuvimos que instalar placas solares, y aunque llegara, lo habríamos hecho igual puesto que es una inversión que a largo plazo funciona muy bien”, cuenta. Este hecho es fundamental, ya que dota de sostenibilidad a la granja. Por lo tanto, el mantenimiento de la granja puede suponer un gasto total de unos 5.000 u 6.000 euros mensuales.

El cuidado que brinda a sus gallinas María Rozas hace que todas sus aves rindan con la mejor calidad posible. “Si cuidas a tus animales, rendirán mucho mejor”, concluye.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios