AGR Almeria

Bio Sol Portocarrero, genética ecológica

  • La empresa, con sede en Níjar, basa su comercialización en frutas y hortalizas 'eco' desde sus inicios hace 22 años. Moviliza unos 30 millones de kilos anuales, de los que exporta en torno al 90%

Almacén de Bio Sol Portocarrero localizado en la carretera San José en Níjar

Almacén de Bio Sol Portocarrero localizado en la carretera San José en Níjar / Rafael González (Almería)

“Somos la huerta de Europa en invierno, ahora debemos ser la huerta ecológica de Europa”. Esta frase la apuntaba Luis Miguel Fernández, gerente de la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería (Coexphal) en el marco de las jornadas agroalimentarias ‘ODS agroAlmería’ celebradas el pasado mes de septiembre, y es que la Unión Europea, a través de la estrategia de la ‘Granja a la Mesa, plantea que para 2030 el 25% de la superficie agraria total de la Unión Europea debe ser ecológica, una oportunidad para la provincia almeriense. En este sentido, hay empresas con gran experiencia en la materia, dedicadas a la comercialización exclusiva de productos 'eco', así Bio Sol Portocarrero, una de las pioneras en territorio almeriense que desde sus orígenes en 1999 tuvo clara su apuesta por productos más respetuosos con el medioambiente.

El sector ecológico sigue su tendencia en alza y para ello basta con ver que cada vez es mayor la variedad de productos que se ofertan. Tomate rama, pepino y sandía como cultivo de primavera, son los productos más potentes en el porfolio de Bio Sol Portocarrero en cuanto al volumen que mueve, si bien no son su única oferta. La empresa comercializa también calabacín, pimiento Palermo verde y rojo, berenjena, pimiento california verde, rojo y amarillo, que además sirve en un packaging con la gama tricolor, y distintas variedades de tomate aparte del rama, como pera y cherry de distintos tipos. En este lado, cuenta también con la línea ‘Tasty Colours’, que lanzaba al mercado hace tres años y que incluye diferentes variedades de cherry como pera, rama y cóctel, tomate raf, melón y sandía. Este catálogo ‘eco’ se debe gracias a en torno a 250 hectáreas de producción repartidas a lo largo del levante y poniente almeriense, tanto propias como provenientes de unos 60 agricultores.

Bio Sol Portocarrero mantiene las medidas preventivas frente a la COVID-19 en sus instalaciones Bio Sol Portocarrero mantiene las medidas preventivas frente a la COVID-19 en sus instalaciones

Bio Sol Portocarrero mantiene las medidas preventivas frente a la COVID-19 en sus instalaciones / Rafael González (Almería)

La empresa, con sede central en Níjar, moviliza unos 30 millones de kilos al año, de los que exporta alrededor del 90%, principalmente a destinos europeos como Alemania, Suecia, Reino Unido o Francia, entre otros. Bio Sol Portocarrero dispone de distintos certificados para la venta de su producción ecológica de acuerdo a los requerimientos de cada país en el que comercializa sus frutas y hortalizas, tal y como detalla Estela Bonilla, responsable de almacén de la empresa, quien añade que no es suficiente con un sello genérico que defina su característica ecológica. “Hay que ir especializándose y reinventándose”. En esta línea, por ejemplo, la empresa se encuentra actualmente también en proceso para la obtención de la certificación Demeter, que corrobora la agricultura biodinámica. Asimismo, esta firma almeriense trabaja de manera individualizada con cada cliente garantizando la trazabilidad del producto de principio a fin, “recogemos cada producto para ellos acorde a los requisitos que dictamina su certificado y sus exigencias tanto en color de maduración o grados brix, por ejemplo, en lo que también interfiere la distancia del destino”. La personalización del producto va más allá del mismo ya que además afecta al envase, de manera que Bio Sol se ajusta a la demanda del comprador. En cuanto al packaging, el plástico y el flow están dando paso al cartón, sobre todo en el caso del tomate, mientras que en pimiento, como señala Bonilla, se está viviendo una transición hacia la malla compostable.

Bonilla pone en valor el cultivo ecológico 100% para distinguirlo del que no lo es: “Un producto ecológico tiene que serlo desde la hamaca”. La responsable detalla que esta producción necesita de una localización e instalaciones precisas sin estar rodeada de otras fincas de convencional; también afectan la tierra, los productos aptos para su crianza, la recolección, que tiene que ser limpia al igual que los envases de campo, y hasta el transporte, “la contaminación no solo se ve en los tratamientos de cultivo, también, por ejemplo, en el uso de un transporte que previamente haya cargado producto que no fuera eco”.

En almacén, la empresa cuenta con una plantilla de unas 270 personas, que trabajan en dos turnos, intercalando los mismos semanalmente de mañana y tarde, para facilitar la conciliación y organización de los trabajadores. Respecto a cómo ha vivido la empresa la irrupción de la COVID-19, adaptándose rápidamente a las medidas para continuar trabajando al ser una actividad esencial, Bonilla explica que 2020 fue un año complicado, pero en la organización estuvo la clave: “Empezábamos más temprano, a las seis de la mañana, e hicimos tres turnos para poder mantener la distancia entre el personal, mientras que el volumen de kilos aumentaba ante la mayor demanda. Fue un esfuerzo muy grande desde el productor hasta el transporte”. A día de hoy, la firma no ha bajado la guardia y continúa tomando la temperatura al personal, proporciona el material a las trabajadoras para que sea de un solo uso y no lo traigan de casa, etc.

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