El suelo, a debate en la Estación Experimental de Zonas Áridas

Desarrolla un ciclo de seminarios sobre los retos y las últimas investigaciones hasta el mes de noviembre

Instalaciones de la EEZA  del CSIC en el Campus de la Universidad de Almería, inauguradas en enero de 2010.
Instalaciones de la EEZA del CSIC en el Campus de la Universidad de Almería, inauguradas en enero de 2010.
Redacción

10 de octubre 2015 - 01:00

La Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), en el marco de las actividades que sirven para conmemorar en 2015 el Año Internacional de los Suelos, ha previsto un ciclo de seminarios para analizar, debatir y poner sobre la mesa la situación actual, los retos y las últimas investigaciones acerca de los suelos y su relación directa con la agricultura, los gases de efecto invernadero, el clima, la vegetación, la ecología y la biodiversidad, entre otros asuntos.

El ciclo, que se inició el pasado mes de abril, ha continuado en septiembre y se prolongará hasta noviembre. La primera conferencia celebrada en abril corrió a cargo de Rodrigo Vargas, profesor en la Universidad de Delaware, EUA e investigador adjunto del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), que abordó la ecología de micorrizas, la implementación de redes de sensores ambientales, así como los modelos biogeoquímicos y mediciones micrometeorológicas de flujos de agua y carbono en distintas escalas espacio-temporales.

El pasado 17 de septiembre fue el turno de Jordi Moya, investigador de la EEZA, que analizó la nueva plataforma de simulación implementada por los biólogos del CSIC y los ingenieros informáticos de la UAL, denominada Weaver, que ayudará a entender la ecología y la evolución en estas redes.

Hace unos días, la investigadora de la EEZA Cristina Armas ha analizado los 'Efectos de los microorganismos del suelo y el microhábitat en los procesos de facilitación', haciendo hincapié en las especies de plantas que facilitan la germinación, crecimiento y asentamiento de otras especies en zonas áridas y semiáridas, gracias a los microorganismos del suelo (bacterias y hongos, principalmente) y las relaciones que establecen con las plantas.

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