En días en que las flores deberían reinar en los balcones, acompañar a los santos en procesión o viajar hacia otros países para su venta, este año, a no ser que el Gobierno central decida una medida urgente para dar salida a la producción -y esto llegaría tarde para algunas-, acabarán en los contenedores.

En el campo almeriense ya se suceden los arranques en el sector ornamental que, sólo en la provincia, renunciará a un volumen de negocio de 100 millones de euros a los que hay que sumar las pérdidas de costes de producción y que ponen en riesgo la continuidad de viveros.