Déficit hídrico en Almería

Trasvase del Tajo: la fuente que cambió el levante almeriense peligra

  • Esta zona frenó la sangría migratoria de los 60 por esta infraestructura

  • El nuevo Plan Hidrológico aprobado por la Comisión Nacional del Agua hace temer por su desaparición

Movilización contra los recortes en el trasvase por parte de los afectados del sureste español..

Movilización contra los recortes en el trasvase por parte de los afectados del sureste español..

El pasado 31 de marzo se cumplían 43 años de la puesta en marcha de una de las infraestructuras hidráulicas más importantes de la historia de España. O probablemente la que más, atendiendo a que supuso la puerta de acceso de la España más seca, la del Levante peninsular, a la húmeda.

Son ya más de cuatro décadas de un instrumento diseñado para la cooperación y la solidaridad en el reparto de recursos hídricos en territorio nacional, pero también ha sido un periodo marcado por la controversia y las desavenencias entre los territorios cedentes y receptores, convirtiéndose en un arma arrojadiza con fines electorales desde su concepción.

Luces y sombras, sí, pero que duda cabe que para la provincia de Almería, y en concreto para la comarca del Bajo Almanzora y el Levante supuso un antes y un después. De hecho, lo que hoy conocemos de ellas no habría sido posible sin esta infraestructura, pues buena parte de las empresas hoy conocidas y reconocidas por ser potentes plataformas de comercialización de los productos almerienses hoy no existirían.

El trasvase parte de los embalses de Entrepeñas y Buendía, en Castilla-La Mancha y aporta al PIB de las provincias que lo reciben (Alicante, Murcia y Almería) en torno a 2.500 millones de euros provenientes de la industria agroalimentaria. Además, colabora con una aportación económica y de empleabilidad que pocas infraestructuras a nivel nacional consiguen.

Para hacerse una idea de su magnitud, antes de la llegada del aporte procedente de La Mancha, la comarca del Almanzora era un desierto. Una zona yerma de la que su población, incluso a principios del siglo pasado, ya se vio obligada a emigrar por falta de recursos. Así siempre lo ha contado Fernando Rubio, presidente de la Junta central de usuarios de aguas del Valle del Almanzora: “Miles de ciudadanos de esta zona de la provincia tuvieron que irse a Argentina y Cuba. Décadas después, en los años sesenta, continuó la sagría migratoria hacia Madrid, Cataluña, e incluso a Francia, Alemania y Suiza. Estamos en una zona donde las precipitaciones son muy bajas, en torno a 100 litros por metro cuadrado. Y por ello, aquí era imposible continuar la vida. Por tanto, la emigración se hizo inevitable”.

Con la llegada del Tajo-Segura, ya en la década de los 80, tuvo lugar el fenómeno inverso. La migración se cortó de raíz, “e incluso se empezó a recibir gente de distintos orígenes para trabajar en estas tierras. Esto demuestra que el trasvase ha sido imprescindible para nuestra vida, para el abastecimiento humano”. Otro ejemplo es cómo antes de la llegada de esta aportación hídrica, en Huércal-Overa, por ejemplo, se daba agua dos horas al día, y de muy mala calidad, pésima. Todo ello dio lugar a un florecimiento del turismo y del resto del tejido empresarial aparejado, por supuesto, a la agricultura como uno de los principales motores económicos. “Ello ha llevado a que ahora tengamos un gran vergel aquí en la comarca del Almanzora, subraya Rubio.

Sin embargo, en estos dos últimos años, la situación ha ido cambiando al punto de que el trasvase pudiera terminar desapareciendo. De hecho, hace pocas emanas se le daba el primer hachazo en forma de un recorte que se cifra en 105 hectómetros para las provincias receptoras: Alicante, Murcia y Almería, tras la aprobación del nuevo Plan Hidrológico del Tajo 2022-2027 en el seno en el seno del Consejo Nacional del Agua celebrado en la localidad de Sacedón en la provincia, y por el que se dictaminó un aumento de los caudales ecológicos en el Alto Tajo y consiguiente reducción de un 40% de envíos al Trasvase. Una terrible estocada para la seca Almería, a la que solo le queda la bala de su ratificación en Consejo de Minsitros, aunque las previsiones de modificaciones en positivo son poco halagueñas.

El agua es fuente de vida y lo que ha revertido el trasvase se sostiene en un dato tan demoledor, como es el aumento de la población en un municipio de los beneficiados, Huércal-Overa, que en 1.960 contaba con una población de 14.302 habitantes. Luego llegó de nuevo ese periodo de crisis migratoria de sus vecinos principalmente al norte de España expuesto por Fernando Rubio, y cuyo censo se situó en 11.607. El trasvase se puso en marcha en 1979 y actualmente la población en este municipio se sitúa en 18.816 personas. Caso similar es el de Pulpí, que ha pasado de 3.800 habitantes en 1.981 a 9.502 actualmente, por tanto un aumento de más del doble.

En estos años, las aportaciones han sido irregulares, y deficitarias para la provincia en numerosas ocasiones, sobre todo en el último lustro. De hecho, desde La Mancha, cedente, siempre han buscado alternativas a un trasvase que propicia una “guerra del agua entre regiones”, mientras que para las comarcas del Segura, el acueducto ha sido el motor de una de las regiones agrícolas más dinamizadas de Europa.

La provincia recibirá, de terminar ratificado por el Consejo de Ministros, 11 hm3 menos de agua

Cabe recordar las palabras de Luis Garrote de Marcos, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) cuando la infraestructura cumplió los 40 años, donde al comparar las regiones de España donde se hace agricultura de secano con las de regadío, es evidente que este último ha supuesto un “progreso enorme” para la población rural, de manera que la visión negativa de las obras hidráulicas “no está avalada” por la realidad.

Habitualmente, el trasvase Tajo-Segura aporta anualmente a Almería 10 hectómetros cúbicos para abastecimiento y otros 15 hectómetros cúbicos para riego, ahora en total no se llegarán a los quince.  

Una obra que atañe a doce municipios

El agua del Tajo-Segura con destino a abastecimiento genera 740.000 pernoctaciones/año, 3.500 empleos turísticos y un impacto económico directo e indirecto de 264 millones de euros/año (Fuente: Unicaja, 2014). La zona costera y la de interior (los 12 municipios en total) ofrecen una infraestructura permanente de 6.500 plazas hoteleras.

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