Fin de año, una tradición reciente en Almería
Navidad
La tradición de las doce uvas de la suerte data de principios del siglo XX cuando unos viticultores la pusieron de moda para dar salida a los excedentes de la cosecha
Celebrar el cambio de año no es algo nuevo. Desde los inicios del Imperio Romano, enero estaba dedicado al dios bifronte Janus, que mira delante y detrás: al año que se va y al principio del que viene, por eso le representaban con dos rostros, uno barbudo y viejo y el otro joven. Los romanos invitaban a comer a los amigos y se intercambiaban miel con dátiles e higos para que pasase el sabor de las cosas y que el año que empezaba fuese dulce. Esta vieja costumbre romana fue poco a poco entrando en Europa, donde con la misma finalidad venturosa comenzaron a ofrecerse lentejas, de las que se dice que propician la prosperidad económica del año que empieza.
En la edad media la iglesia trató de oponerse a las viejas costumbres, pero no consiguió extirpar la atmósfera disipada de la noche de San Silvestre que se mantuvo como la última isla pagana de las doce noches navideñas (las comprendidas entre el 25 de diciembre y la Epifanía, 6 de enero, que la iglesia consideraba como periodo de renovación para mejorar el año venidero.
Y aunque puede parecer que la tradición española de tomar las uvas nos ha acompañado siempre, es relativamente reciente. Tuvo su orígenes en Alicante, en 1909, año en el que unos viticultores alicantinos la iniciaron para dar salida a un excedente de la cosecha. La tradición marca que hay que comerse una uva con cada campanada que da el reloj de la Puerta del Sol, de Madrid, aunque vale cualquier otro. Solo hay que comer las uvas a ritmo y sin dejarse ni una. Se dice que quien coma las uvas antes de que terminen las campanadas tendrá un año de mala suerte. En ese kilómetro cero de la red viaria nacional, se reúnen cada año unos miles de personas frente al famoso reloj centenario. Este evento se transmite en directo por televisión y cada canal autonómico, cada año, elige una plaza emblemática de su comunidad para la transmisión. Cada lugar es una fiesta en la que los asistentes se felicitan el año nuevo. En los hogares se espera el momento de la primera campanada, que de inicia 36 segundos antes de la medianoche. El ritual pasa por comerse una uva cada tres segundos, una por cada campanada. Previamente, antes de las campanadas, baja la bola metálica del reloj y suenan cuatro cuartos que, por cierto, algunas personas confunden con el inicio de las campanadas.
Tanto la Navidad como también el fin de año se celebra de muy diferentes formas dependiendo de en qué parte del planeta nos encontremos. Así, en Hong Kong, se festeja el Ta Chiu; en la India, se honra a la diosa Lakshmi, y en Brasil hacen lo propio con Yemanjá. Pero aún hay más formas de celebrar estas fiestas.
Así, en las islas de Tonga verán antes el año nuevo, ya que su situación geográfica, junto a la línea internacional del cambio de fecha, hace que estas islas del Pacífico sean las primeras en saludar al nuevo año. Los platos típicos de estas fechas en esta zona son pavo asado, puding de frutas y pavlova (postre típico a base de huevos frescos).
En la Nochevieja italiana, las lentejas sustituyen a las uvas para atraer la buena suerte en el año entrante. Otra tradición muy popular y que, dice, depara buena fortuna es la de regalar lencería roja, una tradición cada vez más implantada en la sociedad española.
Muy arraigada está también la costumbre –entre romanos y napolitanos especialmente- de arrojar los trastos viejos por la ventana como símbolo de un pasado finito.
En Rusia siguen el calendario de la iglesia ortodoxa y, por ese motivo, las celebraciones son unos días más tarde. En los hogares rusos, la cena de Nochevieja está compuesta por doce platos, uno por cada apóstol. El pescado acompañado por una sopa de remolacha, es el plato estrella de las mesas navideñas. El día de Año Nuevo, los niños rusos reciben la visita del Abuelo de Hielo, también conocido como Maroz, que la igual que Papá Noel luce una gran barba blanca y viste anchos ropajes rojos y botas negras. Este tan entrañable personaje viaja acompañado de una ayudante, la Niña de Nieve, y, solo entre los más pequeños reparten juguetes, pasteles de jengibre y matriuskas (esas muñecas rusas que contienen dentro de sí mismas muñecas más pequeñas).
En México, la Misa del Gallo se celebra también la última noche del año, cuando es costumbre barrer la casa para que la suerte entre limpia.
Una actividad que también realizan en Japón. Cuando llega diciembre, los habitantes del país nipón se apresuran a saldar cuentas, a limpiar sus casas y enseres, como símbolo de la entrada del nuevo año. El día 31 de diciembre se celebra la fiesta del Gran Día Final del Año.
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