Fiestas

Moros y Cristianos de Vera: la ciudad revive la Reconquista de 1488

  • Casi un millar de personas desfilan por las calles para poner el broche a las fiestas de la patrona

  • Se conmemoran las Capitulaciones firmadas entre Fernando El Católico y Cidi Yaya Alnayar 

Bandera con el escudo de Vera y la fecha de las Capitulaciones.

Bandera con el escudo de Vera y la fecha de las Capitulaciones. / V. Visiedo P.

Año 1488. 10 de junio. El rey Fernando el Católico está en Vera donde se libra la Guerra de Granada, la última de la Reconquista. Las negociaciones han dado sus frutos y las ciudades de la frontera más oriental se rinden. Caen, entre otras, Vera, por aquel entonces apostada sobre el cerro del Espíritu Santo. Sin derramamiento de sangre, los cristianos logran que ondee la bandera de Castilla sobre la torre de la alcazaba. Ahora, 534 años después de ese hito histórico, los veratenses siguen rememorándolo con un gran desfile de Moros y Cristianos. Ni el parón por la pandemia de covid ha logrado que merme la fiesta.

Cidi Yaya Alnayar, alcaide de Vera; Fernando ‘El Católico’, rey de Aragón; y Rodrigo Ponce de León, Marqués de Cádiz, fueron los principales protagonistas de un cortejo con casi un millar de personas entre moros, cristianos y bandas de música. A los veratenses, que cada año se implican más con esta fiesta, se volvieron a sumar tropas llegadas desde Benamaurel y Lorca, ciudades hermanadas por su historia común.

Del pueblo granadino llegó un grupo de 60 benamaurelenses junto con la charanga Benacuba. De Lorca participó una hueste de los Reyes Católicos compuesta por damas y caballeros incorporando por primera vez elementos bordados según la tradición histórica lorquina. También hubo representación morisca de la Federación San Clemente.

En total desfilaron casi una veintena de agrupaciones, algunas de ellas con diferentes vestidos; más de medio centenar de caballos; trece agrupaciones musicales y hasta un camello.

El virrey moro llega a la ciudad en camello. El virrey moro llega a la ciudad en camello.

El virrey moro llega a la ciudad en camello. / V. Visiedo P.

Este año ha tenido varias novedades, entre ellas un recorrido diferente, más largo de lo habitual. La salida fue desde la plaza de toros, para pasear por toda la calle Mayor. Fue pasadas las siete de la tarde, cuando el calor de la jornada comenzaba a dar tregua, y al son de músicas medievales y pachangueras.

Cientos de personas se apostaban en las aceras para ver los bellos vestidos, malabaristas, bailarinas y caballos. La entrada al casco antiguo fue, como cada año, atravesando la imponente Puerta de Abajo o del Sol (desaparecida hace siglos, como la muralla, pero que, como por arte de magia, vuelve a aparecer cada año por estas fechas, en cartón piedra).

Fernando El Católico lo atravesó a pie, acompañado por su guardia y saludando a diestra y siniestra a los veratenses. Más tarde, casi cerrando el desfilo lo hizo el virrey moro, que un año más llegó a lomos de un camello. Tampoco faltaron las tropas a caballo, cuyas acrobacias a su paso por la Plaza Mayor son siempre muy esperadas y aplaudidas por el público.

Otra de las novedades de este año fueron las gradas colocadas en la calle del Mar donde se representó la entrega de las llaves de la ciudad, a diferencia de otros años que se hacía sobre el escenario de la Plaza Mayor. Unas enormes espadas formaban un arco por el que fueron desfilando, una a una, todas las agrupaciones.

El rey Fernando El Católico. El rey Fernando El Católico.

El rey Fernando El Católico. / Víctor Visiedo

Pasadas ya las diez de la noche se libró la última batalla entre moros y cristianos, aunque sin armas. Fue el momento en el que, como hace más de cinco siglos, Cidi Yaya rindió la ciudad ante el Rey Católico y el Marqués de Cádiz, ante la atenta mirada de todas las tropas. Tras entregar las llaves de la ciudad a los cristianos, un espectáculo pirotécnico puso el colofón al desfile.

Así, más de 500 años después, Fernando El Católico volvió a tomar la ciudad y la bandera cristiana ya ondea en la muy noble y muy leal ciudad de Vera. Esa que tan solo 30 años después sufriría un terrible terremoto (el 9 de noviembre de 1518) que la destruiría por completo dando lugar a la construcción de la actual.

Los moros no se olvidarían de Vera y así, en 1569 Abén Humeya la cercaría durante la Rebelión de Las Alpujarras, siendo socorrida por las tropas de Lorca. Nació así el lema que aún hoy perdura en el escudo: “Quién aquí ve esta ciudad en este llano formada, fue ponerle freno al turco y una llave a toda España”.

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