-
Los pueblos de las diferentes comarcas almerienses albergan en su interior joyas gastronómicas, que hay que descubrir preferiblemente en las estaciones frescas del año
-
¿Quieres comer en un restaurante con encanto? Conoce los 8 más castizos de Almería

En dirección al Área Recreativa de la Roza, puede encontrar este restaurante que le encandilará por lo acogedor de su restaurante y por la calidad de la comida. Destaca especialmente la rama del árbol de la que cuelgan embutidos de la zona, servidos con pan tostado y alioli, así como el menú degustación que no hay mejor adjetivo para definirlo que espectacular. Variado, grande, sabroso y, sobre todo, apetecible.

Tradición en estado puro. Entrar en el Bar de María es hacerlo en una casa de toda la vida de una familia de Abrucena, remodelada para servir comidas a los turistas. Además de comer muy bien, estás cómodo, los camareros y el ambiente te hacen sentir como en casa. Merece la pena probarlo todo, puesto que se come a base de raciones. Verduras salteadas, migas, manitas de cerdo, conejo en salsa... Fundamental la tapa de queso a la plancha. Y los postres son la tentación perfecta para luego darse una vuelta por este maravilloso pueblo de sierra para bajar la comida.

El largo y ancho del restaurante está sembrado de recuerdos y de aperos del campo, utensilios del ayer y hoy convertidos en adornos, pero en los que late aún la huella encallecida de muchas horas de sudor y trabajo. Un sitio peculiar, digno de ver y donde comer. Comida casera, de toda la vida, con especial atención al bacalao, el queso frito y el chuletón. A gusto de quien esto escribe, hay que pedir un plato de setas, sobre todo si es durante las jornadas micológicas. Como buen restaurante que es, con platos de calidad, el precio es algo más elevado que otros lugares del interior de la provincia. Pero merecerse permitirse el lujo por visitar Abla y por comer en este bello rincón.

Entorno idílico. Esta antigua fábrica de luz, situada en el nacimiento del Río Andarax, está ubicada en el plena sierra, entre pinos, junto a la orilla del río. Remodelada como restaurante, el complejo mantiene todavía su esencia y de ahí, su peculiar nombre. Abierto sólo los fines de semana, ofrece platos típicos de la provincia como gurullos, migas, trigo o arroz con secreto, así como una variedad importante de carnes a la brasa. Además, sirve buenos vinos de la zona.

JL Bretones
Una vez al año, por lo menos, hay que subir a Bayácar para comprar sus manzanas (preferiblemente antes de Navidad) y ya aprovechas y comes en este coqueto pueblo de la Alpujarra almeriense, limítrofe con Granada. Allí, nada más entrar, te topas con Bar Nuño, siempre lleno de turistas. Un menú variado que merece la pena y no olviden dejar espacio para sus natillas caseras, riquísimas. Por supuesto, también se pueden comprar cajas de manzanas de las tierras de los dueños del establecimiento. No hacen reservas, por lo que es necesario no demorar mucho la hora de la comida, aunque sus salones son grandes.

Facebook de 'El Molino Casa Porchas'
Vélez Blanco en concreto, y toda la comarca de los Vélez, merece la pena visitarla por mil razones. Una de ellas es por disfrutar de su gastronomía, almeriense cien por cien, pero con algún toque murciano, dada su cercanía. 'El Molino Casa Porchas', situado a las faldas del majestuoso castillo de Vélez Blanco, es un lugar donde disfrutar saboreando la comida y departiendo sobre la comarca que dio vida al Indalo. Carnes de todo tipo, quesos, hortalizas de primera calidad y muy sabrosas... Un consejo: mejor para una cena, en el porche, escuchando el agua correr y bajo la luz de las estrellas. Para enamorarse.

Y si no apetecen los platos contundentes de 'El Molino', está la opción de las pizzas caseras de 'El Palacil', situado en la otra punta del pueblo, ya casi saliendo. Además de las maravillosas vistas del castillo, tiene una amplia variedad de pizzas caseras, pensadas principalmente para los clientes que pernoctan en este hotel rural, pero también son muchos los vecinos y los turistas que se decantan por probarlas. Una buena opción para los amantes de la pasta, sobre todo si van con niños pequeños, puesto que tiene una pequeña terraza y una gran explanada para que jueguen cuando terminen de comer.

Uno no puede imaginarse cómo en un pueblo tan pequeño puede comerse tan bien. A más de uno le costará situar Turrillas en el mapa, pero merece la pena coger la carretera que hay pasado Tabernas y subir unos kilómetros a lo alto de la montaña. Un par de buenos comedores donde se come tan bien como se comía con la abuela. Y si hace frío, entran mejor las migas, el trigo o el potaje que toque ese día. Por supuesto, carnes y pescado de segundo, amén de postres caseros. No lo dudéis y poner en el GPS Mirador de Turrillas, si aún no lo localizáis.

Tripadvisor
Pilla retirado para los almerienses que vivan en zonas costeras, pero bien merece la pena la hora y pico de coche para llegar a Tíjola y comer en este fabuloso mesón. Las carnes que se sirven, como bien refleja el titular de esta información, son para chuparse los dedos. Hechas al calor de una chimenea, el sabor a brasa mantiene la esencia de la comida tradicional. El chuletón, para los de mucho comer, es recomendable. Y luego viene una amplia carta de postres que para los que tengan buen saque, merece la pena.

Limítrofe con la provincia de Granada, el viaje a Hijate es un clásico para comprar buenos embutidos y de los mejores jamones de la provincia. ¿Y una vez allí? El sitio más tradicional era el Berlín, que cerró hace unos años. Enfrente, no desmerece para nada 'Los Marines', un pequeño restaurante con buen menú, embutidos de la zona, patatas asadas que son una de las especialidades y carnes asadas como plato fuerte. Antes de subirse al coche para regresar, un paseo por este pequeño pueblo, de aire puro y fresco en invierno.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios